A tres semanas de la guerra, es posible sacar varias conclusiones de modo fiable.
Un montón de documentos de guerra capturados a las FFAA de Ucrania /FFAAU/, así como interrogatorios a prisioneros, posibilitan llegar a una conclusión.
Al iniciar su Operación Especial, el Ejército ruso fue capaz de adelantarse al de Ucrania, entre cinco y 10 días. Al momento del primer ataque, la mayor parte de las tropas ucranianas se alistaban para moverse a sus puntos de concentración o ya se habían desplegado allí.
Por tanto, no vale hablar de ninguna sorpresa estratégica de la Operación, aunque sí de una sorpresa táctica. El Ejército ucraniano no tuvo tiempo de completar su despliegue, según los planes de guerra, ni estaba en plena disposición combativa.
El mando de las FFAAU estaba seguro hasta el último momento de que la dirigencia rusa, bajo presiones políticas de EEUU y Occidente, no se atrevería a entrar en combate a gran escala hasta que hubiera una verdadera razón para que los comenzaran las FFAAU. Asimismo confiaba en que sus aliados controlaban a Rusia y advertirían a Kíev a tiempo cuándo comenzaría la «invasión de Rusia».
¡Importante!
Durante dos meses, desde que se publicaran las exigencias de Rusia de garantizar su seguridad, los países de Occidente (Alemania, Francia, Gran Bretaña) y EEUU estuvieron actuando según un plan único que no preveía negociaciones, ni discutir en realidad las propuestas rusas, sino un solo objetivo. A saber, prolongar al máximo esas conversaciones para dar tiempo a Ucrania de prepararse y suministrarle grandes cargamentos de armas modernas.
En ese contexto, la cadena continua de visitas de líderes occidentales a Moscú, con intervalos de cinco a siete días, fue solo una cínica simulación de negociaciones para garantiza a Ucrania los meses requeridos para terminar de prepararse para la guerra. Como parte de eso, el mando de las FFAAU reforzó al máximo sus agrupaciones terrestres, completándolas, incluso con los «terbats«, o batallones de defensa territorial, y la «Guardia Nacional», hasta llegar a 300 mil. O más del doble de la agrupación de Rusia a lo largo de las fronteras.
Trasladaron al Este las más novedosas armas antitanque y MANPADS, /o MPADS, man-portable air-defense system, antiaéreas portátiles -Trad./, parte de la ayuda de Occidente. Se crearon depósitos de campo de municiones y logística y se desplegaron y camuflaron sistemas de DAA.
La mayor parte de la flota aérea en servicio se dispersó en aeródromos alternos y se protegió en varias de sus estructuras. La jefatura se trasladó a puestos de mando de campaña protegidos. Todas esas medidas posibilitaban reducir de manera significativa las pérdidas del primer ataque ruso de «desarme» y casi de inmediato comenzar las acciones contra las tropas de Rusia. Sin embargo, la sorpresa táctica comenzó, desde las primeras horas, a afectar la marcha de los combates, quebrantando al final de las primeras 24 horas el plan de defensa ucraniano, diseñado durante años con ayuda de asesores militares de EEUU y británicos. El plan se basaba en el concepto de «defensa activa» de EEUU, de los años 70. Éste prevé al máximo una «franja de aseguramiento», o localidades, a lo largo del camino de un probable ataque enemigo.
Según el plan de los estrategas de EEUU, al comenzar los combates en el Donbass (justo donde consideraba Kíev que serían los primeros choques a gran escala con los rusos), las agrupaciones de las FFAAU desplegadas en la dirección Kíev, Járkov y Jersón, debían entrar a combatir de inmediato, lanzando al encuentro del enemigo sus unidades móviles. La tarea de esta «caballería» era detener y atar en combate a las unidades rusas de ofensiva y obligarlas a adoptar formaciones de batalla, contra las que se lanzarían ataques de artillería y aéreos. Mientras, las propias unidades móviles, sin esperar ataques de respuesta, debían retirarse a nuevas líneas.
Tal defensa activa, según el plan del mando ucraniano, consistía en desgastar al enemigo en dos semanas, obligarlo a detener la ofensiva y pasar a la defensiva, tras lo cual se le lanzarían contraataques, que destruirían por completo a las agrupaciones de Rusia, dejando sin sentido el seguir sus acciones combativas.
En la dirección de Donetsk, el «escudo oriental» de la agrupación militar más poderosa de las FFAAU debía contener, desde Mariúpol hasta Starobelsk, todos los intentos de los cuerpos de la RPL y la RPD de abrirse paso a Mariúpol y Kramatorsk.
Un papel especial en ese plan consiste en reprimir la información. EEUU y sus aliados prepararon una ofensiva comunicacional y de propaganda de tal magnitud y poder que debía arrebatar por completo la narrativa a lo interno de Rusia y convertirse en factor dominante en la conciencia social del país.
Hay todas las bases para creer que el principal objetivo estratégico de esta operación debía ser no tanto derrotar en lo militar a Rusia, debido a lo imposible de una victoria por esa vía, sino crear crisis políticas y de manifestaciones de masas para derrocar al presidente en ejercicio. Esto, con apoyo de los grupos oligárquicos, a quienes desde EEUU se les ha estado “aturdiendo” a conciencia, en los últimos meses, en contra de Putin.
La respuesta a este plan ucranio-estadounidense fue el de Rusia para el avance estratégico, como así lo aseguró la sorpresa táctica del inicio de las acciones. Sin esperar a que las FFAAU terminaran de desplegarse y prepararse para la guerra, el Ejército de Rusia lanzó impetuosos ataques en todas las direcciones estratégicas.Así, en lugar de los poderosos puños blindados de avanzada para los que se preparaban las FFAAU, se lanzaron brigadas terrestres «ligeras» y unidades aerotransportadas.
Su misión era, sin entrar en combate y sorteando ciudades, avanzar y ocupar nodos estratégicos creando amenazas contra centros estratégicos políticos, económicos y militares clave de Ucrania: Kiev, Járkov, Nikoláiev, Jersón. Tal avance sorpresivo a la retaguardia obligó al mando de las FFAAU a abandonar los planes de «defensa activa» y, para eliminar las amenazas repentinas, lanzar sus unidades más preparadas contra las agrupaciones de Rusia.
En los cinco días siguientes de combates continuos, estas brigadas sufrieron, en medio de la superioridad aérea de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia, graves pérdidas en personal y equipos, viéndose obligadas a retirarse a las ciudades y cubrirse con civiles allí. Esto redujo de manera significativa las pérdidas, pero los privó de acciones combativas, al convertirse en guarniciones de fortalezas. Además, la derrota de la agrupación sur de Ucrania en la línea Jersón-Nóvaya Kajovka obligó a sus remanentes a retirarse a Nikoláiev y Odessa, donde pasarían a la defensiva, abriendo el camino a las tropas rusas hacia la retaguardia de la agrupación Donetsk, cercando a Mariúpol y el vasto territorio de Jersón y Zaporozhye. Fue en esa primera etapa que sufrimos nuestras mayores pérdidas.
De hecho, atravesamos con rapidez las formaciones de batalla de las FFAAU, aprovechando el factor sorpresa. En aras de ésta y de la velocidad, se decidió incluso sacrificar medios técnicos, de los que, en los casos de los averiados, se retiró a su tripulación, dejándolos para evacuarlos con las unidades de reparación que avanzaran con las fuerzas principales. Pero muy pronto los ucranianos volvieron en sí, y se iniciaron feroces batallas. No todos los jefes pudieron tomar parte con prontitud y de forma adecuada en la «operación especial», por lo que hubo que pagar con la vida de soldados y medios técnicos nuestros.
Un video de varias de nuestras columnas quemándose sigue siendo arma central de los propagandistas ucranianos, al publicarlo una y otra vez. Las redes ucranianas están repletas de estas «octavillas».
Hoy, nuestro Ejército y los de las repúblicas del Donbass participan en su totalidad en la operación, con experiencia de combate, en un solo haz, seguros, y aplastando al enemigo. La única zona en que funcionó el plan de las FFAAU fue en “Vostochny Val” /Terraplén del Este/, en Donbass. Ahí, la agrupación ucraniana combatió con ferocidad y habilidad desde el primer día. Aquí simplemente hubo que “horadar” las posiciones de las FFAAU con ataques masivos de artillería y aviación, «arrollando» de forma paulatina la defensa ucraniana desde el Norte y quebrándola en dirección a Mariúpol, y tras encontrarse el cuerpo de Donetsk con las unidades de Rusia que avanzaban, quedaría rodeada por completo Mariúpol, comenzando así el lento «enrollamiento» del «Terraplén del Este», también desde el sur.
¿Qué hay hoy?
En lo estratégico, Ucrania está estancada. Aún con superioridad numérica de efectivos, en tres semanas de combates las FFAAU han perdido casi por completo su capacidad de combatir de manera activa. Ha perdido la mayor parte de los blindados, las principales unidades mecanizadas fueron destruidas o dañadas, tanto que sólo están a la defensiva. Las propias FFAAU están «destrozadas» en varias partes: las agrupaciones en Kiev, Járkov, Donetsk y en las cercanías de Nikoláev y Odessa. No hay comunicación alguna entre ellas, y no pueden mover tropas, debido a la total supremacía aérea de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia.
La Fuerza Aérea de Ucrania está casi destruida y no puede brindar ningún apoyo a sus fuerzas terrestres. La Defensa Antiaérea de las FFAAU es de naturaleza precisa y está cayendo cada vez más al nivel de campo en el uso de MANPADS.
Todas las agrupaciones ucranianas están involucradas en combates, sufriendo pérdidas constantes. En 21 días de enfrentamientos, el mando de las FFAAU no ha podido organizar un solo contraataque al nivel operativo, y todos los intentos de avanzar con grupos tácticos de batallón individuales han sido rechazados con enormes pérdidas para las FFAAU.
La agrupación militar de élite de unidades nacionalistas en Mariúpol está perdiendo gradualmente su capacidad combativa y, bajo el empuje de las tropas de asalto, está condenada al aniquilamiento. La «Fortaleza del Este», en el triángulo Kramatorsk – Avdeevka – Severodonetsk está bajo fuego constante, destruyéndose lentamente y sin perspectivas de una retirada organizada. Su derrota y la caída de Mariúpol dejarán sin sentido una ulterior resistencia de Kíev.
Las fuerzas de Donbass y de la Federación Rusa, que se liberaran tras dicha caída, es probable que se lancen en las direcciones de Nikoláev y Odessa con la perspectiva de que Ucrania pierda totalmente el acceso a los mares. Hay pocas esperanzas de refuerzos desde las regiones del oeste.
La anunciada formación de un nuevo Ejército resultó un bluff. La población masculina local evade el reclutamiento y huye al extranjero, y los que ya han sido llamados no alcanzan ni siquiera para completar un cuerpo. No se habla de entrenamiento completo, ni de poner a punto esas fuerzas. Problemas mayores aún son los de su pertrecho.
Si bien el tema se armas de infantería y antitanques se puede cubrir por medio de suministros de Occidente, los medios pesados y de artillería, en cambio, no hay dónde conseguirlos. Además, ese cuerpo también hay que moverlo de algún modo al área de batalla, lo que dado el dominio aéreo de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia, es en extremo difícil de hacer sin grandes pérdidas.
Mientras, Occidente renunció a establecer la “zona de exclusión aérea”, con la que Kíev había estado soñando todas estas semanas. Por el momento Kíev ha logrado mantener la estabilidad interna de la población con tranquilizantes propagandísticos en dosis para caballos sobre “bajas monstruosas” del Ejército ruso, pronto agotamiento de sus reservas de municiones y misiles y ciertos éxitos sin precedentes de las FFAAU, “ofensivas poderosas”, entrada de la OTAN en la guerra, etc.
Pero en cuanto caiga Mariúpol y se derrote a la agrupación de las FFAAU en Donetsk, será imposible seguir convenciendo al pueblo ucraniano de que la guerra tiene éxito. Será asunto de las próximas semanas…
Elaboró: Pedro R. Pérez Silverio. 31 marzo de 2022 | |