LA OTAN Y EL G7 ¿UNA CUMBRE GUERRERISTA?


Por Luis Manuel Arce Isaac

México.- En la cumbre de la OTAN y el Grupo de los 7 las únicas palabras
que estuvieron ausentes fueron paz, negociación, diálogo. Ninguno de los
líderes presentes en Bruselas, incluidos los principales, el
estadounidense Joe Biden, el germano Olaf Scholz, ni el noruego Jens
Stoltenberg, las recordaron a pesar de ser las más esperadas por el
mundo.

   Los acuerdos en esa reunión cimera se encargan por sí mismos de
demostrar que Ucrania no es el centro del problema que se dirime, sino
simplemente el escenario de un conflicto de mayor envergadura con
objetivos geopolíticos cada vez mejor definidos.


      Allí se libra una guerra -todavía con sordina- de Estados Unidos,
la OTAN y la Unión Europea contra Rusia y China, y no solamente como se
decía, por el control del viejo continente, aunque sea por ahora el
frente principal.


      Quien no lo entienda así es porque no quiere o le da temor, pero
lamentablemente es la realidad: hay un desbocamiento en los sujetos
activos ofensivos, y también en los defensivos, que pone de punta los
nervios al pensar que se pueden romper las amarras nucleares.

   El asunto es que no se trata de un pensamiento ni una visión
apocalíptica del conflicto ucraniano, sino de las posiciones de las
partes en las cuales nadie cede, entre otras causas por un
convencimiento a priori de que está en juego el futuro de algo que viene
y será diferente a lo que hoy nos agobia. Biden dijo sin tapujos: hay un
cambio, y Estados Unidos tiene que liderarlo.

   Se sabe que la distribución desigual de la riqueza mundial no puede
continuar ni la masa de pobres y hambrientos puede seguir aumentando.
Los ricos lo toleran, pero cada vez es más difícil de obviarlo. Todo se
hace contraproducente porque no se abocan a buscar una salida pues
significa la sustitución del sistema que lo genera.

   La OTAN habla de armas y el G7 ni siquiera se detiene a mirar los
niveles de inflación, el desempleo, los estragos de la pandemia de
Covid-19 y la enorme masa de migrantes de todas partes del mundo huyendo
de la pobreza y de los tiros, y de todo tipo de sufrimientos. En
Bruselas sólo hablaron de pólvora, no de alimentos ni medicinas.

 La OTAN: Aumentar el apoyo militar a Kiev con equipos de defensa
contra armas químicas y biológicas, sin aludir que en ese país las
fabrica en laboratorios ucranianos y estadounidenses, desarrollar más la
ciberseguridad cuando esos mismos estrategas bombardean al mundo de
informaciones falsas.

    Además, aumentar «sustancialmente» sus fuerzas terrestres «en la
parte oriental» del grupo de países de la OTAN, fortalecer la defensa
aérea y antimisiles integrada, desplegar por vía marítima «grupos de
ataque de portaviones, submarinos y un número significativo de barcos de
combate de manera persistente».

  Biden: Continuar apoyando a Ucrania con «cantidades significativas y
crecientes de asistencia en materia de seguridad».  Establecer cuatro
nuevos batallones de combate en Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria y Hungría
como parte de los planes defensivos de la Alianza Atlántica. Desarrollar
capacidades adicionales para «fortalecer las defensas de la OTAN».

Además, adaptar un concepto estratégico actualizado para garantizar
que el organismo esté en condiciones de «enfrentar cualquier desafío en
el nuevo y más peligroso entorno de seguridad». Cualquier uso por parte
de Rusia de un arma química o biológica sería inaceptable y tendría
graves consecuencias».

   No mencionan que el proyecto más grande del Pentágono en esa materia
son los laboratorios que dirige en Ucrania y que, según Moscú, estaban
listos para ser usados contra la población rusa en el Donetsk. La ONU no
ha atendido las demandas del Kremlin de investigar la denuncia a pesar
de las pruebas y videos presentadas.

   Unión Europea: Revisar constantemente las sanciones contra Rusia
para determinar su efectividad. Estar listos para aceptar nuevas
restricciones contra Moscú. No admitieron que los únicos que secundan
las sanciones son Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Corea del Sur,
Suiza, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Taiwán, Singapur, y la UE. Nadie
más en todos los continentes porque se sabe lo que significa una guerra
económica. En América Latina hasta ahora ni un solo gobierno.

   Si se requieren más elementos para confirmar que es una guerra de
Estados Unidos con el uso de la OTAN, veamos las amenazas de Biden a
China, bastante forzadas. Dijo que le advirtió al presidente Xi Jinping
que Beijing se pondría en un «peligro significativo» si brindaba apoyo a
Rusia.

   Paralelamente propuso a sus aliados rodear al gigante asiático con
una red de misiles para lo cual su gobierno aportaría una inversión
millonaria (27 mil 400 millones de dólares), para ubicarlos a lo largo
de la llamada primera y segunda cadenas de islas del Pacífico y el Mar
de China, incluidos Taiwán, Japón y Filipinas.

  Por el contrario, China responde a la amenaza militar con
instrumentos de paz. Beijing apuesta por una solución a largo plazo
basada en el respeto mutuo entre las principales potencias mundiales, la
ausencia de una mentalidad de la Guerra Fría, la abstención de una
confrontación entre los bandos y la construcción paulatina de una
arquitectura de seguridad global y regional equilibrada, eficaz y
sostenible que permita enfrentar en colaboración los cambio que se
atisban.

  Frente a la red militar nuclear de Biden, Xi Jinping impulsa una
Asociación Económica Integral Regional que engloba a 15 países de
Asia-Pacífico y supondrá el 30 por ciento de la economía mundial, que ya
entró en vigor en Malasia en febrero bajo las siglas de RCEP. Esa
política rompe con el esquema de Biden de una aldea global
estadounidense la cual es repudiada en todas partes.

  ¿Por qué mover a un mes de la operación militar especial rusa en
Ucrania todo ese arsenal del que se habló en la cumbre de Bruselas, y no
dedicar ni una sola línea a la paz y el diálogo?

   Larry C. Johnson, un antiguo oficial de la CIA, dio su respuesta
hace apenas unos días en una larga y muy explicativa entrevista de
prensa a The Unz Review. An alternative Media Selection, bajo el
sugestivo título Larry C. Johnson: «The Ukrainian Army Has Been
Defeated. What’s Left Is Mop-Up» reproducido en varios medios. “El
Ejercito ucraniano fue derrotado. Qué queda por limpiar”.

   Él cree demostrar, con elementos aparentemente irrefutables, por qué
su afirmación de que Moscú ya ganó la guerra y que lo que restan son
labores de limpieza.  Asegura, con visión de observador, que Ucrania
está vencida y no se rinde por su compromiso con Estados Unidos y la
OTAN.

   Dando por aceptable el análisis de esta persona -bien lejos de toda
sospecha de izquierdista o antimperialista-, la gran pregunta es ¿por
qué realizar una cumbre de la OTAN y el G7 con la presencia del
presidente de Estados Unidos, y movilizar una masa de armamentos como en
la época de Vietnam o Irak?, y lo más angustiante: ¿por qué no abrieron
una mínima posibilidad al diálogo y la paz?


lma