Por FREDY LEON
Todos los medios de comunicación del llamado mundo occidental se dedicaron a anunciar la inminente invasión de Ucrania por el ejército ruso.
Todos, sin excepción, repitieron con puntos y comas la misma propaganda bélica que divulgaba la Casa Blanca y la Otan. Todos, debidamente preparados, tenían a sus corresponsales de guerra esperando en Kiev, capital de Ucrania, el ingreso de las tropas rusas y dispuestos a contar los muertos de ese esperado conflicto bélico. Todos, sin ningún tapujo, creían en los catastróficos relatos proporcionados por los servicios de inteligencia norteamericana y, salvo algunas voces aisladas que fueron brutalmente acalladas, nadie puso en duda el sesudo informe proporcionado por la Casa Blanca de que el miércoles 16 de febrero Kiev iba ser destruida por los misiles rusos.¿
Qué pasó?
No hubo tal invasión, la guerra se quedó en la mente del Secretario General de la Otan, Jens Stoltenberg, y del presidente norteamericano, Joe Biden. Los rusos, como venían repitiendo para todos los que deseaban escuchar, no invadieron Ucrania y su ejército, luego de culminado sus juegos de guerra en su propio territorio, están regresando a sus cuarteles. Pero la Otan y la Casa Blanca continúan con su lenguaje guerrerista, siguen armando a Ucrania, desplegando sus tropas en Polonia, Rumanía y los países bálticos, siguen vendiendo humo con la inminente invasión, siguen con el cuento del lobo y dicen que Rusia continúa aumentando sus tropas en la frontera con Ucrania -hablan entre 100 000 y 150 000- sin que puedan aportar una sola prueba, una sola foto.
¡Es increible que en pleno siglo XXI donde resulta sencillo tomar una foto de una cabeza de alfiler desde cientos de kilómetros, Stoltenberg y Biden no puedan mostrar una fotografía de un ejército de más de 100 mil hombre armados hasta los dientes!¿Y los medios?Bien gracias, la guerra se quedó en los titulares amarillentos del día pasado.
Si esa prensa anunciaba que Rusia iba desencadenar un peligroso conflicto militar donde estaban involucradas 4 potencias nucleares con capacidad de destruir el planeta; hoy aparecieron, todas sin excepción, sin un atisbo de sonroja ni explicación, hicieron como que el periódico de ayer nunca salió de la imprenta y desaparecieron de sus titulares la imaginaria invasión. No hubo guerra, tampoco habrá una explicación objetiva de qué fue lo que pasó.
Para esos medios la función debe continuar; su tarea se ha convertido en no incomodar al poder y si en teoría la principal obligación de un medio de comunicación es presentar los hechos tal como son, es decir como explicaba el famoso periodista polaco, Ryszard Kapuscinski, «El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse», esos medios han optado por intentar ocultar el lado oscuro de la luna donde las cucarachas actúan con total impunidad.