por Pedro Martínez Pírez
El 15 de noviembre de 2021 pasará a la historia como un día inolvidable para la familia cubana. Se abrirán al mundo las fronteras de la nación antillana. Los niños y jóvenes volverán a sus Escuelas, y vendrán a su país muchos compatriotas residentes en el exterior, así como turistas de varios continentes, que reconocen en Cuba un destino de paz y amistad.
Y todo ello será posible porque Cuba logró controlar la pandemia de la Covid-19, gracias a que pudo desarrollar sus propias vacunas e inmunizar a su población; resistió y enfrentó el criminal e ilegal bloqueo yanqui, mientras perfeccionó su economía y cambió todo lo que debe ser cambiado para consolidar una sociedad socialista sostenible en un mundo complejo en el cual las grandes potencias se disputan el liderazgo universal.
Cuidamos la paz como cuidamos a nuestros hijos, dijo hace unos días el ingeniero Miguel Díaz-Canel, Presidente de Cuba, en un encuentro con periodistas que fue difundido por la televisión cubana, y en el cual denunció la guerra de cuarta generación de Estados Unidos contra Cuba.
Cuba, enfatizó el primer mandatario, es una nación abierta al diálogo y al debate, pero cerrada a la presión y al chantaje de la injerencia extranjera.
Y en estos días he recordado el debate que sostuve en Barcelona, en mayo de 1990, con uno de los tanques pensantes de la extrema derecha yanqui, Mark Falcoff, miembro de la Fundación Heritage, creada en 1973 en los Estados Unidos.
De origen polaco este académico estadounidense cometió el error en el programa en vivo de la televisión catalana, conducido por Josep Cuní, de afirmar que “la isla de Cuba se hundiría en el mar en un mes”.
Éramos panelistas en un programa en vivo de hora y media de duración, con participación de público, y en realidad yo tenía, por mi físico, más tipo de yanqui que Falcoff. Y aproveché su error, basado en el momento que vivía el mundo luego de la desaparición de la Unión Soviética, para preguntarle al académico yanqui si había venido a Cuba, y cuando me respondió que no, le aclaré que Cuba no era una isla sino un archipiélago, compuesto por 1600 islas, islotes y cayos, y que no era fácil que se hundiera todo un archipiélago, cuyo gobierno, además, no era un satélite de la Unión Soviética.
Son recuerdos que vienen a mi memoria este lunes 15 de noviembre, cuando Cuba, que es un archipiélago, está de fiesta, celebrando en paz los éxitos de sus científicos, la apertura de todos sus centros docentes y el arribo de muchos compatriotas de Estados Unidos y otros países.
Al compañero Enrique Román, quien era el Presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión en mayo de 1990, le agradezco su confianza por haberme asignado la tarea de enfrentarme en Barcelona. en el programa A DEBAT, al reaccionario Mark Falcoff, y cumplir la invitación formulada por la Corporación Catalana de Radio y Televisión.
En ese, mi primer viaje a España, pude entrevistar en Barcelona, en la casa de la agente literaria Carmen Balcells, al Premio Nobel de Literatura 1982 Gabriel García Marquez, quien me dijo que la mayor violación de los derechos humanos cometida en América en el último siglo, es el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.
La Habana, 15 de noviembre de 2021.