Por: Manuel Guerra
Divide y reinarás; la estrategia de la derecha viene ganando terreno. La ruptura del presidente Castillo con Perú Libre ha sido uno de las cuestiones que ha venido azuzando la reacción sin pausa ni medida, con el objetivo de aislar al mandatario de la base partidaria que lo llevó al triunfo y bloquear las medidas radicales enarboladas por Perú Libre, la principal de ellas, la convocatoria a una asamblea Constituyente para elaborar una nueva Carta Magna.
Es sabido que el mantenimiento de la espuria Constitución fujimorista es la piedra angular de la estrategia reaccionaria, sobre la cual no hará concesión alguna.Ciertamente que estas maniobras están siendo facilitadas por los flancos débiles evidenciados por el gobierno y Perú Libre.
El gabinete Bellido fue resultado de la improvisación, las pujas internas y la presión de la derecha, siendo evidente que varios personajes designados como ministros no calificaban para ocupar ese tipo de responsabilidades. Se trató de un gabinete vulnerable, que facilitó el tinglado reaccionario proveniente de diversos flancos. Héctor Béjar fue la primera ficha en caer, mientras se preparaba la censura de Iber Maraví y arreciaba la andanada en contra del primer ministro Bellido.
En este proceso se hicieron evidentes las tensiones entre Pedro Castillo y los dirigentes de Perú Libre; la equivocada postura de confrontación por parte de estos últimos, que sin tomar en cuenta la correlación de fuerzas existente optaron por la polarización antes que concentrar sus esfuerzos en consolidar y ampliar la unidad lograda con la victoria electoral, construir paso a paso la correlación política, social y cultural, garantía de los profundos cambios que el país reclama. La recomposición del gabinete, que incluye el apartamiento de Guido Bellido, ha tenido como resultado el aislamiento de Perú Libre, cuyos dirigentes, además, son objeto de una sostenida acción judicial.
Este vacío se intenta llenarlo con el concurso de Nuevo Perú, JP y el Frente Amplio. La primera ministra, Mirtha Vásquez, ha anunciado que el tema constitucional no está en agenda, que el gobierno se va a concentrar en resolver los problemas más urgentes, entre ellos, la marcha económica, el empleo, la salud, educación y la denominada Segunda Reforma Agraria.
La derecha que, en un inicio aplaudió el recambio ministerial y el anuncio de no colocar en agenda el tema constitucional; sin embargo, no está satisfecha, nunca va a estarlo mientras no se engulla al actual gobierno, o lo saque de Palacio a través de un golpe parlamentario. No se trata solamente de una ofensiva contra un gobierno que proviene de las filas del pueblo y de la izquierda; se trata también de un rechazo racial y cultural de las élites que mantienen intacta su mentalidad colonial, su naturaleza apátrida y entreguista.
Por tanto, la crisis del Estado neoliberal seguirá su curso; la lucha de clases se irá agudizando, y el Perú no tendrá un escenario de estabilidad, sino todo lo contrario. El gobierno de Pedro Castillo continúa siendo un factor en disputa, proceso en el que la correlación política, económica, mediática, sigue siendo favorable a la derecha. Con el quiebre de la bancada de Perú Libre en el Congreso, la situación será aún más complicada.
El Partido de fondo en esta disputa se jugará en las calles, que es donde hay que construir la fuerza capaz de oponerse y derrotar a los planes de la derecha. Es allí donde hay que llevar el debate constitucional, construir desde las bases y en todos los rincones del Perú una corriente que abra paso al nuevo país que necesitamos construir.
Solo así, será posible y tendrá sustento la más amplia unidad que se necesita para abrir un nuevo rumbo al país. Otro peru es posible, unidos podemos lograrlo