LO QUE LOS MEDIOS NO DICEN EN TORNO A ARRESTOS EN NICARAGUA

Tomado de Telesur

En primer lugar, debemos tener en cuenta que la oposición nicaragüense tiene un historial de haber sido financiada por Washington.

Nicaragua ha sido objeto de fuertes críticas por parte de los medios corporativos últimamente. El Gobierno de Daniel Ortega ha detenido a varias figuras de la oposición cuando se acercan las próximas elecciones.

El Gobierno de Estados Unidos y los medios corporativos han expresado su indignación por lo que consideran la creciente naturaleza dictatorial del «régimen» de Ortega.

Pero hay más en esta historia de lo que dejan entrever. Una investigación más profunda demuestra que la situación no es tan obvia como estos medios dejan creer.

Y como suele ser el caso de América Latina, corresponde a los medios independientes agregar algún matiz y equilibrio a la cobertura flagrantemente de derecha y pro-Washington de la prensa de propiedad corporativa.

Cobertura parcializada y predecible de CNN, The Washington Post y The Guardian

El 9 de junio, CNN informó sobre una serie de arrestos de importantes figuras de la oposición en Nicaragua. Afirma que esto forma parte de un patrón establecido desde hace mucho tiempo dentro del país centroamericano, y afirma que «el Gobierno de Ortega en el pasado no ha rehuido tomar medidas enérgicas contra la oposición».

El reportaje incluso repite la caracterización de un expresidente costarricense de lo ocurrido, como «la noche de los cuchillos largos en los trópicos», una referencia a la purga de Adolf Hitler de rivales políticos dentro del Partido Nazi en la Alemania de los años 30.

Una semana después, el 15 de junio, tanto The Washington Post como The Guardian informaron sobre nuevos arrestos realizados por el Gobierno de Ortega.

La mayor parte del artículo del Post fue retomado de una anécdota sobre la detención de uno de estos opositores, Juan Sebastián Chamorro. Mientras tanto, The Guardian calificó los arrestos como una «represión sin precedentes contra la oposición del país» que forma parte de «un aparente intento de aplastar cualquier contendiente serio en las elecciones de noviembre».

Al leer estos reportajes, se podría perdonar el pensar que Nicaragua ha caído en una pesadilla autoritaria que raya en lo fascista. Pero una investigación más profunda muestra que la situación no es tan clara como lo hacen parecer estos medios.

Una oposición financiada por Washington

En primer lugar, debemos tener en cuenta que la oposición nicaragüense tiene un historial de haber sido financiada por Washington. Después de todo, tanto la oposición de derecha como los sandinistas disidentes han recibido fondos sustanciales de grupos como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) con sede en Washington y la Fundación Nacional para la Democracia (NED).

USAID es esencialmente una organización de fachada de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que ha estado muy involucrada en los esfuerzos de «cambio de régimen» de Estados Unidos en todo el mundo. NED por su lado, se formó en 1983 con el propósito explícito de «hacer hoy lo que la CIA hizo de forma encubierta hace 25 años», según el historiador estadounidense Allen Weinstein.

Desde que el partido de Ortega, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), regresó al poder a través de elecciones en 2006, Washington ha canalizado decenas de millones de dólares a través de USAID para ayudar a los grupos de oposición a desestabilizar el país y derrocar al Gobierno.

Uno de los principales destinatarios de este dinero ha sido la Fundación Chamorro, que fue fundada por la familia de la misma persona cuyo arresto detalló el Washington Post. Otras personas arrestadas por el gobierno de Ortega incluyen:

– Felix Maradiaga, fundador del Instituto de Liderazgo de la Sociedad Civil, una ONG que ha recibido dinero de la NED.

– José Adan Aguerri, ex presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), que ha recibido dinero de USAID.

– Violeta Granera, miembro del consejo político del movimiento Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), que el periodista Ben Norton ha descrito como «una parte integral de los esfuerzos respaldados por Estados Unidos y la UE para formar una alianza de oposición».

– Arturo Cruz, quien se cree recibió dinero del gobierno de Estados Unidos como parte de un esfuerzo por imponer sanciones a Nicaragua.

Dado lo anterior, uno debe preguntarse si un país está obligado a tolerar las actividades de organizaciones o individuos que toman dinero de una potencia hostil (Estados Unidos) con un largo y prolífico historial de interferencia en elecciones, apuntalamiento de dictaduras e incluso derrocando violentamente a gobiernos que no son de su agrado en toda la región.

Obviamente, tal comportamiento difícilmente sería aceptado en los propios Estados Unidos dado la traición es un delito capital de acuerdo con la ley federal de este país.

Presentando a los agentes de cambio de régimen de EE.UU. como «líderes extranjeros»

Los medios de comunicación corporativos, sin embargo, omiten por completo esta realidad. En cambio, repiten en gran medida las declaraciones de los partidarios del cambio de régimen con base en Estados Unidos como si fueran representativos de la opinión mundial.

CNN, por ejemplo, afirma que los arrestos «provocaron indignación entre las organizaciones de derechos humanos y los líderes extranjeros». Pero en lugar de decir a los lectores quiénes son estos «líderes extranjeros», proporcionan citas del portavoz del Departamento de Estado Ned Price, la subsecretaria interina de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado Julie Chung y la exiliada cubanoamericana de línea dura, congresista María Elvira Salazar.

En otras palabras, CNN intenta hacer pasar a los portavoces del Gobierno de Estados Unidos y a una congresista del Partido Republicano, todos los cuales no ocultan que quieren derrocar al Gobierno de Ortega y reemplazarlo por algo más obediente a los intereses de Estados Unidos, como representantes de la «reacción global» ante los arrestos.

Por otra parte, las “organizaciones de derechos humanos” que citan estos medios son la Fundación de Derechos Humanos Bianca Jagger y Human Rights Watch. Este último ha sido conocido por propagar la línea pro-Departamento de Estado en América Latina y además incluye a exfuncionarios del Departamento de Estado en su junta directiva.

La fundación de Bianca Jagger está dirigida por una partidaria antigubernamental que apoya las sanciones imperialistas en su propio país. Como informó The Canary en diciembre de 2018, Jagger no sólo ha expresado su apoyo a las paralizantes sanciones estadounidenses que ya están en vigencia, sino incluso ha pedido a la Unión Europea, Canadá y otras naciones latinoamericanas que emitan también su propio conjunto de sanciones.

Recordando la historia de la intervención estadounidense

Es importante recordar también el contexto histórico de la intervención de Estados Unidos en América Latina y especialmente en Nicaragua, que ha sufrido los intentos de cambio de régimen de Washington desde principios de los años ochenta.

Después de derrocar a la brutal dictadura de Somoza respaldada por Estados Unidos en 1979, los sandinistas, como se les conoce coloquialmente, enfrentaron un violento intento de Washington de reemplazarlos por un Gobierno pro-Estados Unidos.

Washington incluso estableció una despiadada organización paramilitar llamada Contras, que libró una prolongada guerra sucia contra el Gobierno sandinista y el pueblo nicaragüense.

Notorios por su crueldad, los Contras cometieron violaciones de derechos humanos, incluidos asesinatos, secuestros y torturas y ciertamente cumplieron con la definición de «terroristas» del propio Gobierno de los Estados Unidos. En resumen, difícilmente se puede culpar al Gobierno de Ortega por acusar “de incitar a la intervención extranjera”, a las figuras de la oposición que toman dinero estadounidense.

Vale destacar, empresas como CNN, The Washington Post y The Guardian ignoran por completo este contexto histórico y el financiamiento a grupos de oposición que facilitan la intervención de Estados Unidos.

Sin embargo, no debería sorprendernos su postura descaradamente antigubernamental. The Guardian y Washington Post, en particular, han sido notorios por su cobertura parcializada de Nicaragua.

La «cobertura extremadamente inexacta de Nicaragua» de The Guardian

Durante una ronda anterior de protestas contra el gobierno en 2018, por ejemplo, The Guardian tergiversó flagrantemente la situación al presentar al gobierno como el único autor de abusos contra los derechos humanos.

Como informó The Canary en ese momento, una Carta Abierta a los editores de The Guardian firmada por más de una veintena de intelectuales públicos decía:

«A pesar de la abundante evidencia de violencia de la oposición, casi todos sus 17 reportajes desde mediados de abril, culpan al Gobierno de Daniel Ortega por la mayoría de las muertes que han ocurrido».

Esta Carta Abierta a The Guardian sobre su Cobertura Extremadamente Inexacta de Nicaragua agregó que la publicación no informó sobre asesinatos de partidarios del gobierno cometidos por miembros de la oposición.

Estos homicidios ascendieron al menos a 21 y se acompañaron de casos comprobados de ataques a edificios públicos y viviendas de funcionarios gubernamentales cometidos por partidarios antigubernamentales.

Uno de los firmantes de la Carta, el abogado de derechos humanos y profesor de la Universidad de Pittsburgh Dan Kovalik, dijo a The Canary:

“Estoy convencido que la cobertura de los medios corporativos de la situación en Nicaragua representa la mayor campaña de desinformación que jamás haya presenciado”.

Añadió:

“No he visto una cobertura de los medios corporativos sobre la violencia perpetrada por la oposición extrema, aunque esa violencia ha sido sustancial”.

Claramente, no se puede confiar que los principales medios como CNN, The Washington Post y The Guardian cubran Nicaragua de una manera equilibrada y justa.

Porque, como podemos ver, tergiversan la situación de manera consistente y flagrante para proporcionar una cortina de humo para Washington y sus lacayos internos.

Por lo tanto, cada día que pasa, es más necesario que los medios independientes se contrapongan a la propaganda y proporcionen más equilibrio a la cobertura sobre ese país.


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