Por ALFONSO TORRES VALDIVIA
Los mercantilistas luego de la última encuesta respiran tranquilos. No necesitan pepas para dormir. Sus cálculos no fallaron. Unos quince días de bombardeo mediático y el candidato del pueblo se desplomó. No tuvo reflejos para resistir la embestida. Eran todos contra uno. Subida del dólar, el pan, el pollo. Incluso hubo amedrentamiento. Muerte a Castillo y Cerrón. Si hubieran empleado esas armas los grupos de izquierda ya los hubieran descalificado. Sin ningún miramiento estarían presos. Apología al terrorismo, sería el cargo de los fiscales. Porque eso fue: asustar a la población, intimidar al candidato, es apología al terrorismo. No se puede crear terror en la población.
Se salieron nuevamente con la suya. Inflaron a Castillo por 20% de diferencia con Keiko y luego empezó el terruqueo. Pero no las tienen todas consigo. El sistema neoliberal hace agua por todos lados. Es que este sistema, es muy bueno para las transnacionales, pero para el pueblo es un nuevo sistema de esclavitud. No hay estabilidad laboral. A los 50 años ya eres un cadáver. ¿Quién le da trabajo a un hombre de cuarenta y cinco años? Los empresarios solo miran a jóvenes de 22 años. Trabajan más de ocho horas diarias. A quien quejarse. Los sindicatos no cuentan. La OIT se hace la loca. Una desgracia. Pero esas son las reglas del neoliberalismo. Lo tomas o lo dejas.
Este sistema endulzó al pueblo peruano. Trajo plata como cancha. Pero arruinó al pequeño agricultor. No así a las grandes empresas exportadoras de fruta y verduras. Que compraron grandes extensiones de terreno a precio de huevo roto. Ahora compramos maíz del extranjero, avena, arroz la lista es interminable. Al pequeño agricultor le venden las semillas y tiene que comprarla cada vez que cosecha. En realidad como dicen los científicos somos dependientes de las transnacionales. Si el dólar sube, suben los alimentos. ¿Por qué? La respuesta es clara, como agua de mesa, dependemos de la tecnología extranjera. Sin ella morimos de hambre.
En los 90 empezó nuestro calvario. Algunos ingenuos, dicen que rozamos el cielo. Las que donaron su local para el comedor popular, administran las donaciones y tienen hijos estudiando en el extranjero, también repiten lo mismo. Fujimori se rindió y empujado por los grupos de poder del mundo financiero cambió la constitución y vendió los recursos naturales como si fuera chatarra. Eso exige el neoliberalismo, reglas claras. Leyes a su favor y en contra del pueblo. Entonces vimos cómo se vendió luz, el gas, la telefónica, minas, se negoció el mar, los aeropuertos, todo lo que sea rentable para ellos. Y la prensa alabó esa decisión y tildó a Fujimori del mejor presidente de la historia del Perú. El chino era humano y el poder lo llenó de soberbia y ambición. Pero dio un giro inesperado. Él y el tío Vlady se unieron a los militares y los mercantilistas pegaron un grito al cielo. Le bajaron el dedo, armaron la fiesta de los 4 suyos y Fuji que no es caído del palto, para no acabar como los hermanos Gutiérrez, renunció por fax.
Pero los mercantilistas están cada vez más voraces. Ahora quieren que se venda el agua. La ley ya está dada: el agua no es un derecho humano. Que tal aberración, como si un hombre no tuviera derecho a un poco de agua para calmar su sed, luego de una jornada ardua de trabajo.
¿Dónde entra Keiko? La derecha al igual que al padre, la usará. Mano dura. Eso significa que sacará al ejército para terminar de vender las empresas que las transnacionales le han tirado ojo. No olvidemos que Toledo se rehusó a vender la luz en Arequipa. Fue a dialogar con el pueblo y este lo recibió a él y su comitiva a ladrillazos. Regresó a Lima sin contrato y con arrugas en la frente que requirió varios pinchazos en el tratamiento botox en la clínica de chacarilla.
Los mercantilistas lo tildaron de cobarde. Pero Toledo es cholo pero no tonto. Su argumento fue simple, quien se haría responsable de las muertes. Porque ese pueblo estaba dispuesto a morir por defender su servicio de luz. No quería escuchar la palabra privatización. Le sonaba a voces de ultratumba. Toledo se ganó el repudio de la derecha. Nunca más lo llamaron ni lo apoyaron en su campaña. Prefirieron al APRA. Se fue a Estados Unidos y ahí vive con Elián. Se lo ha querido extraditar, pero no han podido. Es un ladrón, pero no un criminal. Eso pesa para la extradición. Fujimori, si hubiera sido acusado de robo no lo hubieran extraditado. Pero por crímenes de lesa humanidad, sí.
El apoyo a Keiko está condicionado. Ella tiene que bailar con la música de los mercantilistas. Cualquier desviación, o alguna duda en la venta de un servicio o mina y sacarán su as de la manga: Domingo Pérez. Así son las cosas. Esta novela no termina con las elecciones. Su final es de suspenso. Superior a las que nos tenía acostumbrado Alfred Hitchcock, en el siglo XX. Lo que asombra es el cinismo de los mercantilistas. El látigo de rondero, con el cual azotaron a los hombres de prensa: Ortiz, Leyva, Buters, la lista tranquilamente roza el cielo, todavía resuena. Castillo y la pandemia hizo temblar a la prensa mermelera, y toda su altanería, rozó la lástima. Ahora, que se han vacunado y Castillo pierde piso, respiran tranquilos, pero esa alegría que exhibían en otras jornadas ha desaparecido. Al igual que el pueblo peruano, ellos son esclavos con ropas de marca. Lo saben, y solo les queda envilecer el país, la juventud y la vida.