POR ALFONSO TORRES VALDIVIA
Esta contienda electoral nos ha permitido tomar conciencia de la Realidad Nacional. Del papel nefasto que cumplen los medios de comunicación. Son un nuevo poder. Ponen y sacan presidentes como quien cambia de camisa. No les interesa el presente ni el futuro de la patria. Obedecen órdenes, del gran capital, confundir al pueblo peruano es su objetivo mayor. A mar revuelto…
Ahora no está ODEBRECH con sus millones y se les escapó la liebre. Porque eso fue así: dinamitaron a Verónica Mendoza y se olvidaron de Castillo. Ahora se arrepienten. Al borde de la histeria, buscan culpables hasta debajo de los escritorios y despiden a gerentes por no seguir la línea. Exprimir el cerebro de sus esbirros como si fuera toronja es una necesidad vital. Para imponer miedo, golpean el tablero del escritorio de sus esbirros mismo tambor en la fiesta de Santiago. ¿Todo está perdido? No. Ni soñarlo.
La verdad es que subestimaron al candidato de Perú Libre. Pensaron que poniéndole el rótulo de terruco lo iban a desinflar. Pero ese rótulo obró un efecto contrario. El pueblo de provincia que veía como se llevaban sus riquezas sin nada a cambio y enterraba a sus muertos por COVID, y asistía impávido al negociado de las vacunas, apoyó a Castillo. También influyeron los comentarios de Vizcarra, que se burló sin un gramo de compasión de los muertos y afirmó muy suelto de quijada, que los muertos en el Perú, no eran por COVID, sino por miedo.
Pero los reyes de la astucia, que mueven el caballo como si fuera alfil, juegan a dos ases. Sus compinches al enterarse de ese golpe por debajo del cinturón, han pegado el grito al cielo. Eso no puede ser. El pacto de caballeros ha sido obviado. Ya no se juega limpio. Y víctima de las más atroces pesadillas, denunciaron la patraña y al responsable indirecto.
Lucar, el que en los 70 cargaba en hombros a Hugo Blanco, sin temor a ensuciar su polo Lacoste, se la juega por Castillo en Exitosa. Eso lo dijo el enemigo de Bayle, la cucaracha gorda. Ahora el odio entre ellos va más allá de esos encuentros fugaces en las discotecas de Asia. ¿Los ha vuelto irreconciliables? Jamás, el vil metal los volverá a unir como si fueran siameses. Porque esta gente que solo piensa en abultar su cuenta corriente sin importarle el sufrido e ingenuo pueblo peruano, carecen de valores morales y solo sirven para tirar barro con hélice de avión.
En las altas esferas del poder nadie duerme. Beben toneladas de café y confabulan. Hay dos grupos: los de mano dura que se ejercitan con pistolas UZI, destrozando siluetas de cartón en el Regatas Lima y tocan las puertas de los cuarteles con los ojos extraviados, y los cerebrales. Estos que abominan de las armas de fuego y bayonetas, aconsejan calma, paciencia y les recuerdan como domesticaron al bravo de Ollanta, y lo sometieron con un tour en primera clase por el mundo, que culminó en España.
Cuando Ollanta, acostumbrado a dormir en colchón de paja en el VRAEM regresó del tour, era otro. Ya no hablaba de nacionalismo, recuperar el gas, revisar los contratos mineros, eliminar la renta básica en la telefónica, educación de calidad, evitó a sus amigos de Patria Roja y al futuro ministro de economía, ese que le armó todo su rollo nacionalista lo desembarcó. Sin que le tiemble el pulso lo cambió por uno que le impuso el FMI. Y el colmo de la infamia, gobernó su esposa.
Sinuosamente los cerebrales se han acercado a Castillo. Y en una entrevista que les hace Beto Ortiz, afirman que Castillo es inteligente, sabe escuchar, es un patriota y le han propuesto, en caso de que gane las elecciones, un tour por el mundo. Es necesario que veas como se vive en una nación civilizada, le han dicho, y también le han aconsejado que se cambie de sombrero y se compre uno de ala ancha como la que usa Jorge Negrete en la película: Me he de comer esa tuna.
Bueno, los cerebrales, no solo dan consejos de glamour y ternos de Versage, sino que han mandado limpiar de herrumbre el mismo anzuelo que usaron con Ollanta. Ojalá que Castillo, no se trague el anzuelo y recuerde a los abuelos: líbrame del agua mansa… Y en esa aula de Chota, donde dictaba clases de normas de convivencia en familia, relea en voz alta: la fábula del Cuervo y el zorro.