Por Katiusha Nicaraguense
Hace unas semanas mi país y toda Centro América esperaban la llegada de Eta, un feroz huracán que se empezó a formar en el Atlántico.
El gobierno de Nicaragua activó el Modelo por el que se ha caracterizado y que ha primado desde 2007. Las palabras claves son: Organización Comunitaria, solidaridad e interinstitucionalidad.
Dos días y medio antes de la entrada de Eta a territorio nicaragüense se tenían evacuadas todas las zonas por donde se esperaba pasara el fenómeno; esto, que no pudo impedir una cantidad exorbitante de daños materiales, garantizó que Eta pasara sin dejar pérdidas humanas.
Se prepararon con anticipación los albergues, se dispuso a toda la maquinaria del Ministerio de Salud, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Economía Familiar, entre otros, para que garantizaran atención integral a las personas damnificadas.
Mientras tanto el Ministerio de Transporte, el de Economía, ENACAL, ENATREL (los dos entes encargados, estos últimos, del abastecimiento de agua y la energía), entre otros, se encargarán de la infraestructura destruida.
Por otro lado el Ejército, el SINAPRED (órgano para la prevención de desastres), la Policía, los Bomberos y la Cruz Roja, se encargaban de la atención y rescate, del seguimiento y vigilancia.
La Juventud Sandinista y el Partido, el Frente Sandinista, se encargaban de la organización, del abastecimiento de alimentos y su traslado, entre un sinnúmero de misiones propias de la emergencia.
Todo resultó extraordinario. Los daños materiales fueron grandes, comunidades enteras fueron arrasadas, pero tal como dijo el Presidente, PRIMERO LA VIDA.
Eta dejó grandes costos a una economía ya de por sí golpeada, tal como todas las economías del mundo en tiempos de pandemia, pero con el adicional toque criminal del acoso político y económico financiado por Estados Unidos abierta y públicamente, y ejecutado por una banda reducida pero muy dañina de vendepatrias y golpistas que han perdido la última gota de dignidad que como seres humanos podían haber tenido.
Pero Nicaragua avanza a pesar del asedio económico, a pesar de los financiados intentos por derrocar a un gobierno electo democráticamente y a pesar de las infames mentiras que las embajadoras y embajadores de la derecha con tintas de socialdemocracia, lacayos también del imperialismo, riegan por todo el mundo sin la más mínima vergüenza de ser simplemente desmentidos con evidencias claras de la realidad que se vive y se ha vivido en los últimos años.
Resulta que estos y estas impresentables embajadores y embajadoras del golpismo y del somocismo, justifican su cómoda simpatía y deleitado encanto por los norteamericanos aludiendo que el imperialismo no existe, que se trata de un invento paranoico de la izquierda en el mundo, no lo ven, no lo advierten, no les molesta su intervencionismo y por el contrario, piden, ruegan, suplican a sus amos extranjeros que intervengan en Nicaragua, al mejor estilo de Posada Carriles y especímenes similares.
Nicaragua avanza a pesar de todo ello y de todos ellos. Es el el país que más creció en sus exportaciones, por ejemplo (14%) en un contexto en el que la inmensa mayoría de países tienen índices de decrecimiento. A Nicaragua no la detuvo el terrorismo golpista, no la detuvo la pandemia ante la cual no nos confinamos en ningún momento, pero frente a la cual respondió con impresionante éxito un Sistema de salud sencillo, quizás básico en comparación con el de otros países, pero que cuenta con una extraordinaria organización comunitaria que de manera permanente actúa directamente y en los territorios, con la población.
No nos detuvo Eta y no nos detendrá Iota. A Iota quiero referirme.
Hace dos días INETER anunció que se había formado otra depresión tropical y que se esperaba un aumento de su peligrosidad. Esto hizo que se volviera a activar toda la maquinaria preventiva y bajo la consigna de que LA VIDA ES PRIMERO, se volvió a organizar todo, y 37 mil brigadistas se dispusieron en todo el país a labores de evacuación. Desde horas tempranas del 15 de noviembre se empezó a desinfectar, fumigar y acondicionar los nuevos albergues, más de 1,500 casas particulares se ofrecieron también como casas solidarias donde se recibió a familias evacuadas. Todo empezaría por la Costa Caribe, tal como sucedió.
Iota entró en categoría 5 al país; hace muchos años que un huracán no tomaba esa intensidad. A diferencia de Eta, Iota al poco tiempo de haber entrado a territorio nacional se degradó a categoría 1 y hoy a mediodía se convirtió en tormenta tropical. Desde anoche lo tenemos en tierra pinolera.
Una tormenta tropical no es poca cosa, los que son de países del Caribe entenderán mejor esto. Iota tiene un radio tan grande que logró cubrir todo el territorio nacional, de manera que aunque su centro está moviéndose de este a noroeste rumbo a Honduras, su radio cubrió todo nuestro país de lluvias persistentes y no poco intensas, lo que ha provocado desbordes de ríos al sur, al norte, al este y al oeste y centro del país. Se trata de una verdadera tragedia que ha dejado a muchas familias sin hogar.
Es una realidad muy dura, y sin duda el proceso de recuperación tendrá un alto costo. Los esfuerzos de solidaridad ya se están haciendo, ya nos estamos preparando para esta próxima reconstrucción, para el apoyo directo a nuestros hermanos y hermanas más afectados.
Somos un pueblo unido, con una vanguardia organizada hasta en el último rincón del país, vamos a resistir, vamos a poner la vida en primer lugar, pero vamos también a crecer, a volver a sembrar, a volver a edificar, y a todo lo que haga falta.
Es indignante sin embargo, tener que pagar los costos de un desastre ambiental, de un cambio climático que no provocamos ni Nicaragua, ni Honduras, y difícilmente algún otro país de Centro América. Provoca ira, ser consciente de que vivimos en un país donde ni siquiera existe el smog típico de las grandes ciudades desarrolladas, un país verde, un país donde se respira libremente, pero que debemos recibir las embestidas de la naturaleza, pagando un alto costo por un daño que otros causan al planeta, indigna, molesta, se siente impotencia.
Resistiremos, sí; nos reconstruiremos, sí; pero tampoco renunciaremos a ser una pequeña pero molesta realidad para el imperialismo al que sí vemos, sí conocemos, sí reconocemos como enemigo, y sí queremos que caiga de una vez por todas. No nos vamos a rendir, ¡¡jamás!!