¡CAYÓ TRUMP, EL MUNDO RESPIRA…!

Por Luis Manuel Arce Isaac

   Podría decirse que la realidad confirmó la exactitud de los pronósticos: cayó Donald Trump en la disputa de una sociedad dramáticamente dividida, y el mundo extirpa uno de sus peores cánceres.

   Fue una persona que nunca debió de estar al frente del gobierno del país más militarizado del mundo, pero la vida a veces impone situaciones extremas que remueven la conciencia del hasta más pusilánime, y este es el caso de Trump con sus cuatro años de un mandato de sufrimiento, agonía, desmanes y mentiras que hizo retroceder el mundo a sus más oscuros e inciertos momentos.

   Lo ocurrido en estos días a partir de las elecciones del 4 de noviembre pudiera constituir un punto de inflexión en las relaciones planetarias colmadas de pólvora prevalecientes hasta ahora, y no solamente en el sentido de las armas, sino en aspectos peores como el derrumbe de todos los factores de equilibrio político e ideológico del mundo, y eliminación de las posibilidades de negociación para preservar la paz.

   La teoría indica que ese punto de inflexión pasa por un reconocimiento de las potencias mundiales de que los liderazgos deben dejar de ser indefectiblemente monopólicos, y los nuevos, si surgen, lo serán bajo la sombra de un paraguas en el que todos tienen el derecho a tomarlo por el mango.

   El devenir, a partir del 20 de enero de 2021 cuando se concreta la victoria electoral de Joe Biden y Kamala Harris, dirá si en realidad las elecciones del 4 de noviembre de 2020 fueron entre la democracia y Donald Trump, o más de lo mismo, pero con perfiles atenuados de un modelo económico que batalla por no desaparecer.

   Si se trata de esto último, no habrá que esperar mucho tiempo para que el mundo se de cuenta que Biden es apenas un simulacro de metamorfosis. Pero si es cierto que la gran mayoría del pueblo de Estados Unidos fue a las urnas para dirimir entre la democracia y el absolutismo representado por Trump y sus retrógrados adláteres, entonces se abre al mundo un campo de muchas perspectivas.

    Es de suponer que no será la odisea porque el daño ocasionado desde Ronald Reagan con la inauguración del neoliberalismo, las guerras de baja intensidad -que de tal no tienen más que el nombre- la peor acumulación de riqueza de que se tenga conocimiento, y una polarización social explosiva, es sumamente difícil de solventarlo y solamente será posible si las grandes potencias empiezan a desmontar desde ahora mismo los mecanismos de confrontación construidos a partir de la caída del muro de Berlín.

   De todas formas, la estrepitosa caída de Trump con toda la incultura y el desparpajo que caracterizó a su mala administración, es como una nueva alborada en el más dramático y malevo año bisiesto que haya tenido la humanidad desde que la racionalidad nos convirtiera de animales en hombres.

    Trump, para mal o bien, no fue de los que más evolucionó en nuestra especie, pero quizás tenga el privilegio de marcar un antes y un después en una sociedad que cambia o perece. No tiene otra alternativa.

lma

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