Escribe: Róger Rumrril
El triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS) en las elecciones del 18 de este mes de octubre en Bolivia con un contundente 55.1 por ciento de los votos, tendrá-coinciden con esta interpretación la mayoría de los analistas-consecuencias e impactos políticos que marcará la historia de Abya Yala, de América Latina en el corto y mediano plazo.
Con ese triunfo que ha elegido como presidente al economista Luis Arce Catacora y como vicepresidente a David Choquehuanca, “tal vez, sin darnos cuenta, seamos testigos de un giro histórico impensado hasta hace unas pocas semanas”, escribe el geopolítico argentino Atilió Borón, quién además sostiene que el triunfo arrollador del partido fundado por Evo Morales Ayma, influirá en los resultados de las próximas elecciones en Chile, Brasil, Paraguay, Venezuela, Ecuador y Perú.
Pero el aplastante triunfo del MAS-hay que decirlo sin tapujos ni medias tintas-es un triunfo de los pueblos indígenas del país altiplánico, organizados en comunidades, sindicatos y una diversidad de organizaciones con una mayoría de población originaria Quechua, Aymara y pueblos indígenas amazónicos Machineris, Mosetenes. Moxeños y Sirionós, entre otros.La población de Bolivia en el 2020, de acuerdo a las proyecciones de Instituto Nacional de Estadística (INE) es de 11 millones y 633 mil habitantes.
De ese total, el 48 por ciento se autoidentifica como indígena. Es decir, casi la mitad de la población es indígena en Bolivia.Actualmente la población indígena en el mundo es de 476 millones de personas. La población originaria en América Latina y el Caribe es de 44 millones de habitantes. En el Perú, de acuerdo al censo del 2017, 6 millones de peruanos se autoidentifican como indígenas.
La mayoría de estos 44 millones de pobladores indígenas, de América Latina y el Caribe, son víctimas históricas de discriminación, racismo, invisibilización,despojo de sus tierras y territorios, exclusión, pobreza y precariedad. Una prueba dolorosa y sublevante de esta condición marginal es el impacto que ha producido en esas poblaciones la pandemia de coronavirus, sobre todo en la cuenca amazónica donde las poblaciones están al borde de una hecatombe humanitaria}
Para estos pueblos originarios del mundo y en especial de América Latina y el Caribe, el triunfo de los pueblos indígenas bolivianos agrupados y organizados en el MAS debe ser un ejemplo de organización, de unidad, de rebeldía y de lucha.Por qué y cómo ganó el MASLos analistas se siguen preguntando por qué y cómo ganó el MAS, en un país donde la derecha oligárquica y las élites racistas-que impusieron su dominio desde 1825- nunca han ocultado su desprecio a lo indígena y su odio a Evo Morales y jamás aceptaron su triunfo en las elecciones de diciembre de 2005
Pero fue precisamente este odio que llevó a la derecha boliviana a menospreciar al único partido realmente estructurado, a prescindir de estrategias de acercamiento electoral a los sectores pobres e indígenas y a quedar ciegos ante el voto oculto e indeciso de miles de millones de electores que escondieron su voto frente a las amenazas, la represión y la violencia desatada contra todo aquel que se indentificara con el MAS y con su líder histórico Evo Morales Ayma.
No fueron las únicas causas de la derrota de Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, el ultraderechista líder de Santa Cruz. Además de subestimar a sus rivales, de llamarlos “marionetas del chavismo” y “organización delincuencial” al MAS, no tuvieron el apoyo oportuno, eficaz y poderoso de EE.UU, en crisis por la pandemia, la economía y las convulsiones sociales y en plena campaña para reelegir al republicano Donald Trump o elegir al demócrata Joe Biden el próximo 3 de noviembre.Retomar y recomenzar la transformación
Estuve muchas veces en Bolivia y he compartido viajes, marchas, congresos y alguna vez la cárcel con Evo Morales por orden de Gonzalo Sánchez de Lozada. Por lo tanto, puedo dar testimonio de las transformaciones y cambios del Estado Plurinacional y de la sociedad boliviana desde el año 2006 cuando Evo Morales asumió el gobierno de Bolivia.
En una crónica escrita en mayo del 2018, desde La Paz, afirmé: “Es cierto, de acuerdo al FMI y el BM, Bolivia es el país que más crece en América Latina: 4.2 por ciento el año 2017.La inversión pública en el año 2005 apenas llegaba a 629 millones de dólares. En el año pasado (2017) la inversión pública ejecutada fue de 5,520 millones de dólares, priorizando salud, educación y el agro”.Pero no solo crecimiento y desarrollo económico con un PBI que en 2017 fue de 37,816 millones, mientras que el PBI entre los años 1994 al 2005 fue de 961 millones. También cambios en la cultura y la comunicación y en la estabilidad política en un país que en una ocasión tuvo tres presidentes de la república en 24 horas.Pero las transformaciones y los cambios más profundos se han producido en la política y en la conciencia del campesinado y los pueblos indígenas, de los sectores pobres urbanos. No había en América Latina, hasta el golpe político contra Evo Morales Ayma, en octubre del 2019, ningún país como Bolivia como señala el analista vasco Jesús González Pazos, que haya logrado el reconocimiento de los derechos colectivos; la justicia jurídica comunitaria; procesos de descolonialidad y despatriarcalización y construcción de una economía comunitaria antagónica al capitalismo que es una fábrica de pobres y una máquina trituradora de la Madre Naturaleza.“
El año 2006 marca una nueva época en nuestra historia, que los pueblos originarios denominan Pachacuti. El triunfo del MAS con más del 53 por ciento de votos y una agenda que propone descolonizar el país provocan un terremoto político”, escribió Antonio Abal Oña, en su libro “Bolivia, el movimiento indígena y crisis del Estado colonial”
Esa nueva época ha retornado con el triunfo del 18 de octubre del 2020, como en el tiempo circular de los pueblos indígenas. La hora del nuevo Pachacuti ha llegado a Bolivia y a todo Abya Yala
(Artículo publicado en la revista Agronoticias).