Trump escupe contra el cielo
Luis Varese
Algunas reflexiones iniciales que pretenden ponernos al día sobre conceptos básicos. Los colores de piel tienen un origen genético. Todxs pertenecemos a una sola humanidad, a un ADN Universal, así lo creemos. Tenemos culturas y desarrollos diferentes. Pertenecemos a pueblos y nacionalidades distintas. Ninguno superior al otro. Un Achuar conoce a fondo la selva amazónica y es probablemente de origen asiático. Conoce los sonidos, los colores, las relaciones con las plantas y animales. Un Inuit o Yupik, conocidos por nosotros como Esquimales, se mueve en su entorno de hielo como solamente ella o él pueden conocerlo. Un latino nacido en el Bronx se perdería en la mera orilla del río Napo y un muchacho nacido en las alturas de Vilcabamba difícilmente se encontraría en Helsinski. Lo que nos hace comunes y nos lleva a sobrevivir en entornos absolutamente diferentes es la humanidad solidaria, el derecho a migrar, la posibilidad del reencuentro entre humanxs nuestra inteligencia y nuestro instinto de supervivencia. El concepto de raza o de superioridad “étnica” es perverso y ferozmente discriminatorio. Tan grave es creer que ser blanco es ser superior, como creer lo mismo de ser indio, negro, amarillo, verde o azul. (A los peruanos, cuidarse de propuestas igualmente racistas como el “Etno cacerismo”)
El Mundo de la “supremacía blanca”
Ya la humanidad vivió, a nivel mundial, un momento infernal, demoníaco, del intento de imponer este concepto y tal vez ya aprendimos con la muerte de 10 millones de judíos, gitanos, homosexuales, polacos, disidentes. O los 20 millones de soviéticos y un total de 200 millones de personas en una guerra iniciada por esa bestia famélica de poder llamada Adolf Hitler, respaldado por grandes empresas capitalistas alemanas y bancos suizos, que se enriquecieron descomunalmente y que aún hoy disfrutan de esos ingresos.
Trump es un émulo de Hitler y lo imita. Usa poses y mentiras ya experimentadas por Goebbels, una parafernalia y simbología nacionalista extremadamente impactante a los ojos de quienes piensan y sienten que la Patria se reduce a unos cientos de banderas en fila y sus fronteras bien delimitadas por donde no pase “extranjeros”. Por supuesto que detrás de él están los millones de dólares de con la codicia como única expresión válida de su razón de ser. Así es el neoliberalismo, así el capitalismo salvaje. Ese es el mundo de la supuesta supremacía blanca, cuyo único Dios es el dinero y cuya única religión es la acumulación desmedida. Y esto no es el miedo a la “otredad”, es la opción por la explotación del prójimo y la prójima, simple y pura.
Trump está llevando a su país a una confrontación racista, respaldando entre otras cosas el crimen policial, cuyo resultado es la agudización de la lucha de clases en el corazón de los Estados Unidos, aunque parezca increíble y la terminología, a algunos, les suene pasada de moda. Dentro de 23 días culminará el proceso electoral allí. Ya el electorado comenzó a votar y según informan los canales oficiales, cerca del 70% ya lo hizo por vía electrónica. Trump ha anunciado que no aceptará ningún fraude electoral, descalificando esta vía como posiblemente fraudulenta. Recordar que en Estados Unidos se definen las elecciones vía los colegios electorales y no por la suma de votos individuales de la ciudadanía. Puede darse una confrontación tremenda, que aún no tiene visos claros de solución. Lo que sí tiene es un futuro de lucha en las calles hasta la conquista de espacios democráticos y de derechos civiles igualitarios. Tenemos confianza en ello.
Los sectores politizados de Nuestramérica miramos con esperanza, lo que ocurre en el Norte. Esperanza, no porque Joe Biden (el rival de Trump en estas elecciones) sea un hombre solidario con los pobres de la Tierra. No es por eso, sino porque de esa profunda confrontación que se está gestando, surgirán nuevas y nuevos líderes, jóvenes, dispuestos a modificar el sistema, ojalá que comiencen eliminando el bipartidismo y a estos Colegios Electorales, para entrar a nuevas formas de participación. Ojalá que defendiendo la supervivencia de la especie humana en el Planeta. Y esto no es un acto de fe, es recordar que de las grandes crisis, de las luchas de los pueblos es de donde surgen las ideas y las propuestas que revolucionan las relaciones sociales. “Todo acto o voz genial, viene del pueblo y va hacia él”, dice César Vallejo en el “Himno a los voluntarios de la República”. En ello creemos con firmeza y esto incluso vale para el pueblo estadounidense.
La tesis de la “supremacía blanca” exacerba estos grandes choques en Estados Unidos, e incluso en algunos países europeos. Esto puede ser el detonante de batallas callejeras muy violentas, pero, en realidad lo que nos está llevando a este punto, es que unos defienden un neoliberalismo insostenible, y nosotros el derecho a vivir. Y esto no es un tema de racismo, aquí no hay blancos chocolateados o negros o cholos o indios. Aquí en este lado de América, es entre la clase media y pobres pandémicos contra ricos incompetentes, apátridas y serviles.
Hoy, los grandes desafíos, son la supervivencia de la especie humana en el Planeta devastado, que se traduce en la defensa de Gaia, nuestra Pachamama. La defensa y ampliación de los espacios democráticos conquistados y los aún por conquistar, como los tan pisoteados derechos por la igualdad de la mujer y de género. Y finalmente el acceso a los Derechos Humanos básicos, hoy y en primer lugar el derecho a la salud incluyendo la gratuidad universal para las vacunas contra el Covid-19, el derecho al trabajo y a un techo digno, las mismas batallas que hemos debido conquistar desde la Declaración Universal de los Derechos humanos, hace 75 años.
La conquista en nuestros países, depende de la unidad de las fuerzas democráticas, patrióticas, progresistas y revolucionarias. No existe otro camino.
Donald escupió contra el cielo y le cae en la cabeza, no solamente con su brutal racismo sino con el propio Covid-19. No porque se haya contagiado o no, sino porque al anunciarse enfermo (será cierto) y luego decir que no es nada grave la enfermedad, ha herido profundamente al millón de estadounidenses que tienen a sus 210 mil muertos por el Covid-19. Usa esta terrible plaga, con la esperanza de recuperar puntos en la carrera electoral y es de desear que no lo consiga. Lo que sí, el detonante de su brutal racismo justificando asesinatos y la confrontación geopolítica no le dejan los buenos dividendos que esperaba.
Hoy, nuestro homenaje al Che, el hombre y la mujer nuevas, es el combate por la unidad del campo popular y la defensa de Cuba, Nicaragua y Venezuela, tan salvajemente agredidas por la política de la Bestia Apocalíptica, a la que nos toca resistir en esta etapa compleja y dura de nuestra historia.