JULIO DAGNINO. UN HOMBRE AL FILO DE LA HISTORIA

Ricardo Gadea Acosta (*)

Mi más sentido homenaje a Julio Dagnino, un cercano amigo y militante revolucionario a carta cabal, como hay pocos. Un hombre que por su consecuencia estuvo en primera línea en los momentos decisivos. No es casual que fuera uno de los cuatro internacionalistas peruanos en la guerrilla del Che en Bolivia. Ni que a lo largo de su vida mantuviese incólumes, contra viento y marea, sus convicciones ideológicas y políticas.

Conocí a Julio en circunstancias complicadas. Coincidimos en Cuba, a inicios del 62, apenas unos meses después de que la primera revolución socialista del continente derrotara la invasión de Playa Girón y cuando Estados Unidos amenazaba con su intervención directa.

En esa época muchos jóvenes latinoamericanos y peruanos fuimos a la Isla de la Libertad a aprender del ejemplo revolucionario de Fidel y el Che. Yo, con 21 años de edad, daba mis primeros pasos de incipiente compromiso, como parte del grupo de becados . Julio, en cambio, era ya un cuadro con anteriores experiencias de militancia, que rescataba el pensamiento de Mariátegui y su fe en la revolución como creación heroica. Desde el primer momento, aprecié su paciencia para escuchar, su actitud reflexiva y tolerante, su agudeza intelectual, cualidades que lo distinguieron toda su vida.

De la fragua cubana, salimos militando en distintas organizaciones. Me incorporé al MIR, de Luis de la Puente y Guillermo Lobatón. Julio, con otros compañeros, fundó el Ejército de Liberación Nacional. Al año siguiente, en mayo del 63, se frustra el ingreso de la columna del ELN en Puerto Maldonado y muere acribillado el poeta Javier Heraud. Julio tuvo que quedarse un largo período en Bolivia.

Nos volvimos a encontrar de sorpresa, en abril del 65. El MIR convocó a las organizaciones de la izquierda para informarles del inminente inicio de las acciones guerrilleras y proponer acuerdos unitarios. La cita con el ELN la concertamos con ayuda de la inolvidable Violeta Valcárcel. Julio asistió como su responsable urbano. Por el MIR fuimos Héctor Cordero y yo. Un cálido reencuentro. Julio nos dio la seguridad de la unidad en la acción de las organizaciones guerrilleras peruanas.

Cuatro meses más tarde, a fines de agosto, me reuní de nuevo con Julio para conformar el Comité Nacional de Coordinación de las organizaciones guerrilleras peruanas. Este organismo apareció públicamente el 9 de setiembre. Sin embargo, como en ambos casos no teníamos contacto con los respectivos frentes, la coordinación en los hechos no fue posible, salvo algunas acciones de propaganda armada.

Un año más tarde, tras los reveses militares de la guerrilla peruana, cuando muchos compañeros habían muerto o estaban en prisión, Julio Dagnino se incorpora a fines del 66 a la guerrilla del Che en Bolivia. Es el único peruano que sobrevive a la experiencia. Quedó preso hasta su liberación en 1970, por el gobierno nacionalista del general Torres.

En innumerables ocasiones me reencontré posteriormente con Julio, entre los avatares de la prisión y el exilio, para reflexionar sobre las experiencias vividas, su permanente pasión revolucionaria y su relación con el trabajo profesional. Se convirtió en uno de los más destacados especialistas en el campo de la metodología de la educación popular, la educación de adultos y la educación formal. Trabajamos y unimos fuerzas en muchos proyectos y experiencias de este contenido, junto con Sigfredo Chiroque, Alejandro Cussiánovich y tantos otros extraordinarios compañeros y amigos.

Al conformarse la Comisión Organizadora del 50 Aniversario de la Gesta Heroica del Che, hace cuatro años, me reuní con Julio en la sede del IPP. Muy entusiasmado propuso y asumió en primera persona la idea de hacer un documental cinematográfico sobre la guerrilla, en su calidad de partícipe y testigo histórico. El último sobreviviente peruano contando su historia. El proyecto contó con el respaldo del destacado cineasta Francisco Adrianzén. Se iniciaron los trabajos de archivo y algunas entrevistas. Lamentablemente el documental no llegó a culminarse y tampoco pudimos reiniciarlo después. Un propósito que se nos quedó en el camino.

En el instante del adiós definitivo, quiero reiterar que la visión histórica, consecuencia en los principios y firmeza revolucionaria, que distinguieron siempre a nuestro querido Julio, son absolutamente vitales para construir el Perú socialista del mañana. En tal sentido, de Julio Dagnino podemos afirmar, como lo proclamaba el Che: “Podrán morir las personas, pero jamás sus ideas.”

(*) Ex dirigente del MIR del 65.

En la foto, el Che, al centro; a la izquierda, Rubio, sentado en el suelo; Julio Dagnino (Sánchez), de pie; Braulio; y, a la derecha, Tania. Presumiblemente la foto fue tomada en diciembre 66 o enero 67.