REFLEXIONES EN LOS 94 AÑOS DE FIDEL

EMBAJADA DE CUBA EN PERÚ

·JUEVES, 13 DE AGOSTO DE 2020

Por Sergio González González, embajador de Cuba en Perú

Para Cuba, Fidel fue el intérprete, el guía y el ejemplo de la última etapa de una lucha anti colonial y anti neocolonial de 100 años, cuyo resultado nos recolocó en el escenario internacional. La epopeya de Cuba tiene repercusión geopolítica y para todos los tiempos, lo que ya vio Martí, quien a fines del siglo XIX dijo “Quién se levanta hoy con Cuba, se levanta para todos los tiempos”.

Recuerdo que la pregunta más frecuente de los medios de prensa hostiles o veladamente hostiles en aquellos días tristes que siguieron a su desaparición física era qué significaba Fidel y qué repercusión tenía aquel suceso, como esperando que después de Fidel nos olvidaríamos de él. Nosotros respondíamos que antes de Fidel, Cuba era ron, mulata y rumba, paisaje de fondo de las películas de Hollywood y la perspectiva de convertirnos en un clon de la ciudad ilusoria de Las Vegas.

De hecho, cuando triunfo la Revolución, Meyer Lansky estaba en La Habana, donde había sostenido unos años antes la mayor de las cumbres del hampa norteamericano para diseñar las líneas maestras del nuevo eje La Habana-Las Vegas de la droga, el juego y la corrupción.

En nada de eso nos convertimos. No fue así, porque Fidel nos condujo con acierto, valentía e inteligencia por un laberinto de percances históricos, ante los que jamás claudicó. Y cumplió con su promesa del Moncada. No le dijo al pueblo “te vamos a dar”, sino “toma, lucha con todas tus fuerzas”.

Fueron batallas tremendas por la independencia y la soberanía, en las que estuvo su impronta indeleble.No solo los sectores progresistas, los revolucionarios, las izquierdas se preguntan qué pensaría Fidel sobre la situación que tiene en vilo a la humanidad entera desde hace 8 meses.

Sus admiradores y seguidores, ante todo, tratamos de buscar claves sobre cómo reaccionaría, porque conocimos de su formidable capacidad de combinar el análisis táctico con el estratégico, así como su honestidad intelectual, vocación ilimitada por las ciencias y el avance de las tecnologías puestas al servicio de la salud y el bienestar humanos, su desinterés personal y entrega a la causa de los pueblos.

Seguro que a ustedes les ha pasado como a mí: ¿Cómo reaccionaría Fidel? ¿Qué hubiera hecho?, quizás por aquello que Bouteflika, el dirigente argelino, describió muy bien hace muchos años, cuando dijo: “Fidel tiene el don de ir al futuro y regresar para contárnoslo”. Creo que no hubiera sido muy difícil, sin embargo.

Un ejercicio sencillo sería recordar cómo reaccionó a una epidemia de un país entrañable, hace una década: Haití, que fue azotado por un terremoto devastador primero y el flagelo del cólera después. Las circunstancias en que lo último se produjo son harto conocidas ahora y no sería materia de estas reflexiones. Lo destacable es la reacción de Fidel, que aún convaleciente de su enfermedad, ya alejado de los cargos públicos y con todo derecho a un apacible reposo, se tomó la obligación personal de analizar las dificultades de ese pueblo hermano en trance crucial de su existencia y sugerir estrategias y tácticas desde su humilde columna de prensa conocida como Reflexiones de Fidel, para orientar la actuación de un contingente de 1000 médicos y personal sanitario cubano que fue la suma de los colaboradores que ya teníamos en el vecino país antes del cataclismo y los que llegaron después para reforzar el trabajo.

¿Qué hizo Fidel en aquel entonces? Obsérvese el grado de precisión y detalle. En su columna dijo el 8 de diciembre de 2010:“La cifra total de enfermos de cólera en Haití ascendía hoy martes 7 de diciembre a 93 222 personas, y el índice de pacientes fallecidos alcanzaba la cifra de 2 120. Entre los atendidos por la Misión Cubana ascendía a 0.83%. El índice de fallecidos en las demás instituciones hospitalarias es de 3.2%. Con la experiencia adquirida, las medidas adecuadas y el refuerzo de la Brigada «Henry Reeve», la Misión Médica Cubana, con el apoyo de las autoridades haitianas, se ha propuesto asistir a cualquiera de las 207 sub comunas aisladas, de modo que ningún ciudadano haitiano carezca de asistencia frente a la epidemia, y muchas miles de vidas puedan preservarse”.

Fue una constante su desvelo por salvar vidas.Lucius Walker, líder de la organización norteamericana Pastores por la Paz, en un encuentro con intelectuales y artistas cubanos, le había preguntado un tiempo antes cuál sería la solución para los problemas de Haití. Sin perder un segundo, Fidel respondió: «En el mundo actual no tiene solución, Lucius; en el futuro del que estoy hablando sí…”

Esto nos da la clave de lo que pensaría hoy sobre los problemas del mundo. Este mundo tendría que cambiar. El mundo basado en la distribución desigual, en la mezquina motivación del consumo desmedido y la riqueza convierte a la especie humana en víctima de los egoísmos de unos pocos privilegiados. Para Haití entonces, como para el resto del mundo hoy, el futuro del que estaba hablando Fidel no era otro que uno sin capitalismo, como lo demostró con amplitud en sus análisis y práctica revolucionaria.Lo que hemos estado viendo en estos meses, casi en estado de shock, es producto de una absoluta carencia de liderazgos mundiales, así como la indignidad, la mezquindad y el egoísmo de algunos equipos dirigentes, sobre todo del llamado Primer Mundo; pero también del Tercero, que hemos constatado con tremenda crudeza.

No dejo de pensar en qué calificativos reservaría el Comandante para aquellas administraciones que se negaron a socorrer a cruceros en apuros en altamar, cuyas tripulaciones y turistas estuvieron impedidos de atraques y socorros; a las que ordenaron el bloqueo de operaciones ya pactadas por otros países para la adquisición de materiales, pruebas y otros insumos sanitarios para desviarlos a los suyos, en verdadero gesto de piratería; a las que pretendieron fagocitarse, a fuerza de billetes, a laboratorios para monopolizar las posibles vacunas; a las que albergan la perversa esperanza de que sus farmacéuticas tengan la ventaja de ser las primeras en conseguir una vacuna o tratamientos efectivos para que sigan esquilmando a los pueblos con sus precios de venta exorbitantes y sigan haciendo la cura inasequible a la mayoría de los mortales de los países de la periferia.Fidel brilla por contraste frente a la falta de valores de liderazgo que exhiben penosamente algunos dirigentes, entre ellos algunos latinoamericanos.

Es un privilegio haber vivido en la época de Fidel. Mucho me honra compartir con amigos de todo el mundo que hemos vivido la misma gesta y somos compañeros de lucha por un mundo mejor. Fidel encarna como nadie la máxima martiana de “Patria es humanidad”. Por eso, por sus preocupaciones y desvelos, era capaz de sondear el infinito y volver, atisbar y replantearse cada desafío.

El 10 de octubre del 2016, un mes y poco más antes de su muerte, tituló muy sugestivamente su última columna “El destino incierto de la especie humana”.

La frase fue vaticinio y advertencia. Es nuestro deber escucharlo.No basta con extrañarlo cada día: tratemos de interpretarlo y enriquecer su legado con el aporte de nuestros esfuerzos a favor de la eliminación de las injusticias y abusos de este mundo, y del mejoramiento humano.Somos conscientes de que desde Cuba tenemos una alta cuota que entregar y lo haremos.