PERÚ. LA DERROTA DEL PREMIER CATERIANO

Eduardo Arroyo Laguna, 4 de agosto de 2020

La no aprobación del voto de investidura del Premier Cateriano y su gabinete en el Congreso de la República del Perú el día de hoy, expresa que el proyecto minero extractivo del actual gobierno ha sido derrotado y que a tono con las protestas de los pueblos de Espinar, Conga, Tía María, se debe marchar a adoptar otros proyectos históricos de producción consultando con la población, en relación a lo que ha venido haciendo el Estado en 200 años. Es también un llamado de atención de lo que debemos hacer a partir de este Bicentenario de nuestra Independencia.

Hasta ahora, hemos seguido el camino creado en la Colonia: el patrimonialismo creó la tradición de que los bienes del Estado eran de unos cuantos los que se enriquecieron ante la pobreza generalizada del pueblo. Los recursos fueron apropiados mercantilistamente para comerciarlos, caso del oro y plata durante la colonia. Este patrimonialismo, base de la corrupción, ha seguido en la República. Esa fue la historia de la burguesía peruana nacida en los años 1840-1860, durante el boom guanero, que surge como socia menor del capital extranjero y sin alma nacional, careciendo por tanto de una plataforma programática para todo el país.

La historia económica nos enseña que el capitalismo requiere de mercados internos necesarios para que la población consuma lo que su empresariado y trabajadores producen generando un sentimiento y pensamiento nacional de defensa de lo propio. Esto nunca se ha dado en el Perú, lo que explica la defensa de lo extranjero frente a las riquezas del país. El único intento de sustitución de importaciones, proceso industrializador, se realiza entre 1963 al 1975 durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry y Juan Velasco Alvarado.

No hay capitalismo sin mercado interno, proceso que no se ha dado hasta ahora en el Perú, país que sigue vendiendo piedras (oro y plata), lo que el Premier Cateriano ha considerado una bendición. Tenemos más mercado externo que interno, lo que no asegura un desarrollo capitalista de envergadura, sino muy dependiente del capital extranjero y sometido a los vaivenes de los precios de los productos internacionales.

Por tanto no hemos tenido mercado interno, base del capitalismo y nuestra burguesía medra de las riquezas nacionales, parasita de ellas, se enriquece sin trabajar, sin siquiera industrializar los minerales. Economía destructiva que ha depredado la naturaleza y nuestro medio ambiente. Han seguido aupados en el Estado los mercantilistas de siempre, esas camarillas de funcionarios de una burguesía gue comerció con el guano, el caucho, el petróleo, minerales, pesca, siempre usurpando y aprovechando los recursos del país para su enriquecimiento, lo que no generó el suficiente trabajo ni generó la industria manufacturera.

El pueblo, los partidos, los parlamentarios le han dicho al Premier Cateriano que la minería no es una bendición. Hay que recordar que el imperio Inca no tuvo en la minería su fuente principal de riqueza sino en el agro y que los mitayos andinos fueron castigados siendo enviados a trabajar a las minas.

Es a través de esa maldición andina que los hijos de la península ibérica (que no los españoles que no existían aún en el siglo XVI, época de reinos enfrentados entre sí), prácticamente ejercieron un genocidio sobre el imperio incaico que de tener 15 millones de habitantes en el siglo XVI pasó unos siglos después a tener unos centenares de habitantes. La mayoría murió en la mita minera. Fue la maldición minera, la que degrada nuestros valles, contamina las aguas de los ríos, los pastizales, envenena a nuestras reses y a nuestra población andina como a nuestros grupos amazónicos.

Esta burguesía neoliberal y su camarilla de funcionarios ha estado aupada al ministerio de economía en estos últimos treinta años con Cecilia Blume, Patricia Toullet, Susana de la Fuente, Miguel Castilla y tantos neoliberales adictos al gran capital, emisarios del FMI y del BM, nunca del espíritu nacional sino del gran capital, nunca del país, de los intereses populares sino del gran capital monopólico internacional.

Esa fórmula extractivista ha sido derrotada esta mañana del 4 de agosto y amerita pensar en lo que Naciones Unidas recomienda para nuestros países, la diversificación productiva, que echaría a andar al conjunto del aparato productivo nacional sin destruir el medio ambiente. Generaría gran trabajo y probaríamos la veta industrialista. La recomienda el Papa Francisco en su encíclica «LAUDATO SI», defensa de nuestra casa, de nuestro entorno, de nuestro medio ambiente volviendo a la comunión con la madre naturaleza. Defensa de nuestra riqueza ganadera, agrícola, forestal, pesquera, horticultura, fruticultura, la industria, en fin todo aquello que el país posee.

Seguir vendiendo piedras como hace cinco siglos no es programa sino el más chato mercantilismo que nos caracteriza como proveedor de materias primas cuando podríamos iniciar nuestro Bicentenario con una nueva fórmula acentuando la diversificación productiva.

Son nuevos tiempos estos de pandemia que se inician con la derrota del «machote»Cateriano.