El Neo liberalismo es la ideología que condena a los pueblos
Por MANUEL ROBLES SOSA
Junto a la pataleta derechista porque su premier soñado fracasó por una censura parlamentaria que echó a pique la salida pro-empresarial a la crisis política continua; al empeño por echarle toda la culpa de ese desenlace solo al protervo lobby de las universidades-negocio, aparece nuevamente una forma sutilmente discriminatoria y cuasi macartista de descalificar a la izquierda o a cualquier idea que salga del cartabón neoliberal.
Analistas selectos (más bien seleccionados), engolados locutores y hasta dilectos miembros de la arqueología política, dicen con desdén cosas como «..y del Frente Amplio y el Frepap no se podía otra cosa»; «ya sabemos que defienden ideologías trasnochadas»; «Sí pues, ellos dieron un voto ideológico y hay que reconocer que fueron coherentes».
Todo eso, entre líneas, quiere decir que las ideas y posiciones de izquierda no deben siquiera tomarse en cuenta, están fuera de juego (son ajenos, son los otros); una versión light del macartismo de la época de Manuel Prado -que, indignado por la palabra socialista, hizo retirar el cartel de la República Socialista de Checoslovaquia, en la Feria del Pacífico -, y de la quema de libros de un ministro del Interior recientemente sepultado con honores de demócrata.
Y los que hablan con desdén de las posiciones de izquierda siempre argumentan que los asuntos cruciales, como la política, los conflictos sociales, la inseguridad ciudadana, la pandemia y otros, deben abordarse «técnicamente», sin criterios ideológicos.
Los opinólogos y políticos del sistema dan a entender que ellos no predican ideología, cuando en realidad lo que hacen con la pretensión de segregar «democráticamente» a quienes no comulgan con el pensamiento único, es defender un sistema y lo hacen porque han asumido su ideología.