Durante décadas, Nicaragua fue sinónimo de una de las peores tiranías de América, el clan de los Somoza.
La dictadura de los Somoza fue el instrumento de la gran potencia norteamericana para subyugar a Nicaragua durante más de cuarenta años (1937 – 1979).
Todos recordamos como una afrenta como el presidente norteamericano Roosevelt defendió al primer Somoza: «es un hijo de puta pero es nuestro hijo de puta…»
Contra ese brutal imperialismo combatió el General de los Hombres Libres Augusto César Sandino, asesinado por Somoza, que dejó a la historia de América su extraordinario ejemplo de dignidad.
El pueblo nicaragüense y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) finalmente cumplieron su sueño de libertad, el 19 de Julio de 1979.
La Revolución Sandinista fue la primera gran victoria de los pueblos del Continente mediante la lucha armada después del triunfo del pueblo de Cuba en 1959.
Sus grandes conquistas, como la Campaña Nacional de Alfabetización, la Reforma Agraria, la salud para el pueblo, las armas para el pueblo, la recuperación de los recursos naturales, llenaron de esperanzas a todos los pueblos de Nuestra América y convocaron la solidaridad por encima de las fronteras.
Al rendir emocionado homenaje a la Revolución Sandinista quiero recordar una jornada solidaria que protagonizamos entonces un numeroso grupo de representantes de organizaciones populares peruanas y de otros pueblos hermanos: la Marcha Continental Por la Paz y La Vida, en 1984.
Cómo fue la Marcha
Partimos de la ciudad de Lima, con sentidos actos de despedida en la Embajada de Nicaragua y en la Municipalidad de San Martín de Porres. El recorrido se hizo por tierra, atravesando los territorios de Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica, hasta llegar a Managua, para coincidir con el otro brazo de la Marcha proveniente de Estados Unidos, con 50 representantes de colectivos norteamericanos.
La convocatoria la hicieron el Comité Peruano de Solidaridad con Nicaragua y el Tribunal Antiimperialista de Nuestra América (TANA) – Capítulo Perú, cuya Secretaría Ejecutiva ejercí en ese período.
Participamos 25 peruanos y peruanas de colectivos y organizaciones populares. Se sumaron en Lima 10 chilenos. En Ecuador, 10 delegados de ese país. En Colombia, Panamá y Costa Rica, 30 integrantes más.
El recorrido nos tomó 15 días. El tramo más dificultoso fue Colombia, donde los militares nos retuvieron cerca de Medellín, arrancaron las banderolas externas del vehículo y profirieron todo tipo de amenazas. Con suerte, llegamos a Turbo, en la costa, para embarcamos en un lanchón de contrabandistas.
Llegamos a un pueblito perdido en la selva panameña, sin carretera alguna. Dos días después fuimos recogidos por dos avionetas, las envió el General Noriega, para arribar a Ciudad de Panamá.
La travesía culminó en la gran concentración del 19 de Julio en la Plaza de la Revolución de Managua. Como Coordinador de la Marcha tuve el honor de subir al estrado, junto con el representante norteamericano, y recibir una placa recordatoria de manos del Canciller de Nicaragua, el padre Miguel D’Escoto.
Nicaragua vencerá
Treinta años después de la Revolución Sandinista, el gobierno popular de Nicaragua sigue siendo blanco de las campañas injerencistas y amenazas del imperialismo yanqui, hoy encabezado por el nefasto Mr. Trump.
En este nuevo aniversario, ratificamos nuestra solidaridad combativa con el pueblo nicaragüense y con el gobierno del FSLN que dirige el presidente Daniel Ortega. Hoy, como ayer, el imperialismo no debe ni puede pasar.
El pueblo de Sandino, Carlos Fonseca, Tomás Borge y tantos otros extraordinarios combatientes, saldrá adelante, con el apoyo y la solidaridad de los pueblos de Nuestra América.
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