EN LA PRIMERA LÍNEA DE FUEGO…!


por Hildebrando Pérez Grande

En las batallas más trascendentes de Nuestra América, las palabras, a veces silenciadas, amordazadas, arrastradas a decir lo que no sienten, han sabido sobreponerse al destino mezquino que pretenden ofrecerles impunemente los que detentan de manera injusta el poder. Y se niegan a ser manipuladas para cantar derrotas, catástrofes, naufragios. Y resplandecen invictas por encima de cualquier perversa oscurana.

Hace 41 años el Frente Sandinista de Liberación Nacional, alcanzó, después de heroicas batallas, la ansiada victoria por la que cayeron muchísimos hombres y mujeres cuya memoria guardamos agradecidos. Y desde aquel glorioso 19 de julio de 1979, el pueblo de Sandino, con dignidad y coraje está construyendo un orden social más justo para todas y todos, enfrentando, en medio de tareas urgentes en la salud, la educación, la economía y el buen vivir, a la desinformación, a la mentira alevosa, a las calumnias y sobre todo a la violencia de las fuerzas mercenarias que tratan de desvirtuar y empañar los avances alcanzados con mucho esfuerzo por el gobierno y pueblo nicaragüense.

Nadie puede dudar que hay una suerte de guerra mediática, un uso escandaloso de las palabras para tratar de dividir y así devolverle el país a los discípulos del «Riflero terrible y el fuerte Cazador», como lo denunció sonoramente Darío.

Felizmente, Nicaragua, es, también, un pueblo de poetas: aquellos orfebres de la imagen inesperada y artesanos de la metáfora mágica, que rescatan a las palabras del suplicio en que las tienen humilladas, como bien lo hizo el campesino Bernardo Díaz Ochoa, combatiente sandinista, quien, apresado, torturado y finalmente muerto por los esbirros de la guardia nacional somocista, tuvo tiempo para escribir unas palabras que hoy son más que un afiche o un cartel en el camino: Son una bandera, un compromiso con la historia, una pasión ardiente, una tarea por cumplir.

De Bernardo Díaz Ochoa es este bellísimo manojo de palabras que hoy sostiene e ilumina al pueblo de Nicaragua y a todos los pueblos del planeta, por el humano resplandor de su verdad poética: «No somos aves para vivir del aire. No somos peces para vivir del mar. Somos hombres para vivir de la tierra». Las palabras, pues, en Nicaragua, están en la primera línea de fuego, celebrando este glorioso 19 de julio.