NICARAGUA. ESTADÍSTICAS, TENDENCIAS Y MENTIRAS EN TIEMPOS DE PANDEMINA


Carlos Fonseca Terán / 15 de junio 2020

El golpismo pandémico y sus profetas del apocalipsis anunciaron en el mes de abril, que para el 10 de mayo habría 238,000 contagiados y 23,000 muertos por COVID19 en Nicaragua. Hoy es 15 de junio, y desde su “observatorio” afirman que hay 4,971 contagios y 1,289 muertos por COVID19 en nuestro país. ¿Cómo creerles? Sin embargo, aun en caso de que sus cifras fueran ciertas, tendríamos un índice de mortalidad de 20.29 muertos por cada 100,000 habitantes, mientras el país que les sirve de modelo, Estados Unidos, tiene un índice de 35.39, y países desarrollados como España e Italia tienen 57.33 y 56.73, respectivamente.

Según el último informe de nuestro gobierno (el del 9 de junio), actualmente tenemos 1,464 casos positivos, 953 recuperados, 456 activos y 55 fallecidos, lo que da un índice de mortalidad de 0.87 por cada 100,000 habitantes. El índice mundial es de 5.43. En las dos últimas semanas se observa una disminución sostenida de nuevos casos de contagio y nuevos fallecidos, lo cual indica que el pico estadístico en ambos indicadores estuvo en la semana del 19 al 26 de mayo. A partir de entonces, se comenzó a aplanar la curva de contagios y fallecimientos y por tanto, la pandemia comenzó a ser revertida. Veamos:

19 de mayo: 254 casos nuevos. / 9 fallecidos nuevos.
26 de mayo: 480 casos nuevos. / 18 fallecidos nuevos.
2 de junio: 359 casos nuevos. / 11 fallecidos nuevos.
9 de junio: 346 casos nuevos. / 9 fallecidos nuevos.

Debe aclararse que la validez de esta tendencia a la baja se mantiene aun en caso de subregistro, que es un fenómeno usual en casos de pandemia, en cualquier país, debido a la dificultad de saber a ciencia cierta la cantidad exacta de contagios, sobre todo en esta pandemia, por la gran cantidad de casos asintomáticos, aparte de que el conocimiento de la cantidad de contagios no tiene por qué ser una prioridad en determinados modelos de enfrentamiento a la pandemia. Es mucho más fiable el dato de los fallecimientos, y más en el caso nuestro, en el que un criterio para la aplicación de las pruebas es pertenecer a la población en riesgo; pero ningún dato es más fiable que la cantidad de habitantes, por lo que tal como hemos dicho, la variable correcta para medir la intensidad de la pandemia y la efectividad de las medidas es la mortalidad y no la letalidad, pues la primera tiene como referencia la población total, mientras la referencia de la segunda es el total de contagios, si bien esta última, aunque siempre incierta, sirve más para evaluar el momento, debido a que puede subir o disminuir, mientras la mortalidad sólo aumenta, siendo necesario relacionarla con la etapa anterior y la posterior al pico de fallecimientos por día o por semana, en el caso nuestro. O sea, el índice de mortalidad sirve cuando se relaciona con el momento de la pandemia en el que se ha llegado a él, y cuando se le compara con el índice mundial y con el de otros países.

La falsedad del conteo paralelo del golpismo pandémico se revela en que según el mismo, la mortalidad habría llegado a la mitad de su índice actual poco después del pico de fallecimientos por semana, lo cual es absurdo, ya que a partir del pico el aumento en el índice de mortalidad es menor en igual período de tiempo que su aumento anterior, y por eso la mitad del índice de mortalidad, el cual sube en igual medida que la cantidad total de fallecidos, necesariamente se alcanza antes del pico de fallecimientos por semana o por día, como se prefiera. Esto lleva al conteo paralelo a negar no sólo las cifras oficiales, sino la tendencia misma de los indicadores, que es un dato mucho más objetivo; o sea, que en su desesperación los profetas del apocalipsis tuvieron que aumentar en su cuenta de manera particularmente arbitraria los contagios y fallecimientos, incluso ya no del tiempo transcurrido desde el pico estadístico, sino de la última semana, pero la matemática, esa gran aliada de la verdad, implacable e imposible de burlar, los pone en evidencia.

Esto significa dos cosas: En primer lugar, que nuestro modelo funciona, y en segundo lugar, que las mentiras golpistas cada vez son menos sostenibles; pero estas dos cosas a su vez, significan una tercera, y es que SEGUIMOS Y SEGUIREMOS VENCIENDO a todos los virus: los orgánicos de la naturaleza, representados por el Coronavirus, y los espirituales de la miseria humana, representados por el golpismo pandémico.