PERÚ. CUANDO LA CRISIS AGOBIA A MILLONES

CUANDO LA CRISIS AGOBIA A MILLONES

Por Gustavo Espinoza M.

Aludiendo a la crisis que hoy agobia a los peruanos, podríamos abordar muchos temas: a la forma anárquica como se distribuye el menguado bono que se distribuye entre “los más necesitados”; a la falta de agua en millones de viviendas; a la voracidad de empresas, que tienen trabajadores infectados por el Virus y no se ocupan de ellos; a la insensibilidad, y la indolencia, con las que el Ministerio de Trabajo desdeña las denuncias laborales en la materia.

Incluso, podríamos incidir en la errática conducta de la Cancillería peruana que sigue con la cantaleta de Venezuela, uncida al carro belicoso de Donald Trump; o al desmedido temor que muestra el gobierno para asociar su lucha contra el Coronavirus con la vigorosa y efectiva ayuda de Cuba que llega solidaria a 17 países. Podríamos llenar páginas con reflexiones en torno a estas materias.

Pero hoy de lo que se trata es de poner énfasis en asuntos que tienen contenido ideológico y que se proyectan en el escenario porque contienen una determinada consistencia y van “más allá” de la coyuntura. Tienen importancia estratégica.

Y hay, por cierto, dos que poseen particular significado en nuestros días. Uno de ellos, se refiere a la promulgación de la denominada “ley gatillo”, aquella que consagra la impunidad policial y militar cuando, en uso de armas de guerra, abaten a personas a las que han intervenido.

Bastará con asegurar que lo hicieron “en defensa propia”, para que no necesiten comparecer ante nadie, ni recibir sanción alguna. Se podrá decir, sin error, que el uso indiscriminado de las armas constituye un privilegio de los uniformados y una amenaza sistemática contra la población civil.

Alguien podría decir que eso “se justifica” por la coyuntura. Pero no es verdad. Ocurrió antes, en lo que se llama “los años de la violencia”, que no fueron sino la expresión de una crudelísima guerra de exterminio contra las poblaciones rurales y otras, en todo el territorio nacional.

En esa aciaga etapa de nuestra historia, se impuso la violencia más desenfrenada, se institucionalizó la tortura, se consagró el secuestro y la desaparición de personas –aún suman 15 mil- y se asesinó a miles de peruanos. En algunos tribunales, y muy penosamente, todavía se ventilan ciertos casos. Pero otros -los mayores- continúan gozando del ocultamiento y la impunidad.   

Esa ley fue aprobada entre gallos y medianoche por el Congreso anterior, el disuelto por manejarse a espaldas de nuestro pueblo y de los intereses del Perú.

Y estuvo encarpetada sin que nadie la evocara. De pronto, fue puesta otra vez sobre la mesa, y se convirtió en la primera ley promulgada por el Parlamento, incluso a espaldas del Ejecutivo. Una grave responsabilidad en la materia tendrá sin duda el Presidente de la Cámara, comprometido en esta acción.

El otro, tiene que ver con el manejo de la cuarentena y sus derivados. En general debiera reconocerse que el gobierno hizo bien en tomar el toro por las astas, y adelantar acciones para enfrentar la Pandemia.  Bajo una administración tercamente neo liberal, estaríamos como hoy está Ecuador, donde se recogen los muertos en la calle; o como Brasil, donde Bolsonaro y los suyos concitan la ira del mundo por su estupidez o desatino.

Casos como España, Italia, o los Estados Unidos mismo, nos muestran hasta qué punto el tema es grave, y por qué hay que enfrentarlo con decisión y con iniciativa. La inmensa mayoría de la población, así lo ha entendido.

Pero hay hasta tres errores que hay que superar: las concesiones que se hacen a la CONFIEP en particular y a los empresarios en general; la débil atención a las poblaciones verdaderamente vulnerables y la reticencia que muestra el gobierno cuando se trata de recibir la ayuda generosa de otros países.

En favor de los empresarios está el hecho que se permite a los mineros seguir explotando los recursos del país sin freno algún, y poniendo en serio riesgo la salud y la vida de los trabajadores. En Souther, pero también en otras minas, se ha detectado casos de obreros con el COVD-19, y las autoridades parecieran no haberse inmutado.

También está el tiento con el que se tocan los temas de las AFPs, caracterizadas por el propio Presidente Vizcarra como “abusivas”. Se ha denunciado –y es verdad- que hay verdaderos lobbys montados por estas entidades que defienden sus intereses como gato panza arriba.

El alud de áulicos de las AFP, que pulula en los “medios”, así lo confirma. Se desgañitan defendiendo un “modelo” rapaz que impuso el régimen fujimorista en los años de Boloña y que naufragó en Chile como sucumbirá también en el Perú.

En esa línea, se estigmatiza también “las medidas populistas”, como busca denominarse a acciones en favor de las poblaciones olvidadas de nuestro país. Sugerencias como “controlar los precios” o “enfrentar la especulación” les ponen los pelos de punta a algunas presentadoras de la Tele.  

Esas poblaciones viven en una situación dramática. Hoy, los peruanos pueden darse cuenta de algo que permaneció oculto para muchos. La vida misma ha puesto a flote la miseria y al abandono que castiga a millones de compatriotas que viven en las laderas de los cerros, sin agua, sin luz, sin asistencia médica, y sin atención alguna.  La indiferencia ante esa realidad, es un crimen.

Quizá resulte excesivo exigirle al gobierno “que resuelva eso”, pero si se le puede demandar que tome iniciativas, que destine recursos, que aliente programas, que organice a las poblaciones, que ejecute obras y que cree conciencia en todos los peruanos de la imperiosa necesidad de enfrentar esa realidad. Puede hacerlo.

Y el tercer tema tiene que ver con la ayuda exterior. Nadie nos ha ofrecido ayuda más calificada que Cuba. Hoy el mundo sabe que los medicamentos para enfrentar la Pandemia se hacen con medicamentos cubanos. El Interferón está en el mundo al servicio de millones. Brigadas Médicas Cubanas trabajan hoy en 17 países con desprendimiento, calidad y altruismo.

Decenas de los médicos que hoy trabajan en distintos hospitales de nuestro país, y que están en la primera fila de los esforzados luchadores de la salud, son médicos graduados recientemente en Cuba. Y Cuba está estigmatizada por el Imperio. Y bloqueada hace más de 60 años. ¿Podremos ser indiferentes ante esa realidad?

Urgen disposiciones concretas: hay que atender las demandas de los trabajadores, prohibir los despidos, iniciar obras sanitarias en las poblaciones, proteger a los obreros municipales, a los trabajadores de hospitales, a los internos y a los médicos. Y demostrarle a la Fuerza Armada y a la Policía, que su enemigo, no es el pueblo. Sólo así -y juntos- saldremos adelante. (fin)