BRASIL SÓLO PODRÁ RESISTIR, SI ECHA A BOLSONARO

Por Emir Sader | 02/04/2020 | Brasil

Fuentes: Rebelión

La pandemia llega a un Brasil políticamente debilitado,paralizado
económicamente y desacreditado internacionalmente, llega a un
Brasilempobrecido y desmoralizado.

El país necesita encontrar fuerza para resistir a estasituación, pero
no lo puede hacer con un gobierno que no sólo no dirige elpaís, si no
que sabotea todas las iniciativas para reunificarlo y ponerlo
encondiciones de resistir

El país empezó a destruirse tras el golpe del año 2016,cuando el
modelo que había permitido la reanudación de la expansión, basada enla
distribución del ingreso y expandiendo el mercado interno de consumo,
fuesubstituido.

En el último año del gobierno de Dilma, la economíabrasileña creció y
llevó al país, por primera vez en su historia, al plenoempleo, con el
nivel más bajo de desempleo que Brasil nunca había conocido.

El golpe, hecho para desalojar al PT del gobierno a travésde manejos
inconstitucionales y para restaurar el modelo neoliberal, reanudó
elproceso de destrucción del estado, de la economía nacional y de los
derechos dela mayoría de la población. Fue un proceso de liquidación
de activos públicos,logrado mediante la privatización de empresas
nacionales, vendidas a cualquierprecio a grandes consorcios
internacionales.

Se congelaron, para los siguientes 20 años, los recursospara políticas
sociales, interrumpiendo e invirtiendo el proceso de reducciónde
desigualdades y de exclusión social, liquidando los derechos de
lostrabajadores, a quienes se dejó indefensos y abandonados al trabajo
precario.

Cuando llegaron las elecciones y Lula era favorito paraganar en
primera vuelta, se montó la monstruosa operación de manipulación
quellevó a la derecha a preferir en la presidencia del país a un
mentecato, unaventurero, un militar, siempre y cuando mantuviese el
modelo neoliberal, que aLula o a Fernando Haddad y la reanudación del
modelo que había llevado a Brasilal crecimiento, a la distribución de
renta, al pleno empleo, a la estabilidadpolítica y al prestigio
internacional.

El gobierno que se instaló el ano pasado, podría haber hechoque la
economía volviese a recuperarse, pero, contrariamente a eso, mantuvo
yradicalizó un modelo económico que solamente favorece al capital
financiero y alos bancos privados, que son los que realmente se
enriquecen.

Un capital que no hace inversiones productivas, alcontrario, vive de
la especulación financiera, en la bolsa de valores, sinproducir ni
bienes ni empleos. Un modelo que llevó a la mayoría de losbrasileños a
la precariedad, con 38 millones de personas trabajando en elllamado
‘sector informal’.

Brasil ya estaba paralizado al término de este primer añodel gobierno
de Bolsonaro. El balance del primer año fue catastrófico y unsegundo
año ya se preveía que fuese todavía peor.

El comportamiento del presidente refuerza todos los días suincapacidad
para dirigir el país ante un desafío tan grande como el de lapandemia.
Nadie tiene confianza en su gestión. Existe un gran consenso
nacionalentorno a su desprestigio.

La pandemia encuentra un estado debilitado, un sistema desalud
desmantelado, un país con 12 millones de desempleados y 38
millonessobreviviendo en precario, que, con sus familias, supone más
de la mitad depoblación brasileña, que sobrevive en la miseria.

Encuentra un gobierno desacreditado, que solamenteprofundiza
divisiones y conflictos, cuando el país necesita reunificar ymovilizar
todas sus energías para resistir a la grave crisis de salud, que
sesuperpone a la crisis económica, política y social.

Los países que resisten y se fortalecen en la crisis son losque tienen
un estado fuerte, los que fortalecen el sistema de salud pública,los
que sirven a los sectores más vulnerables de la población. China es el
casomás claro de resistencia a través de un estado fuerte y medidas
severas paraaislar a la población.

En Argentina, el presidente Alberto Fernández tiene más del90% de
apoyo de la población, fortaleciendo el funcionamiento del estado
paraatender a las personas en una situación de mayor fragilidad.

En Brasil, tenemos un presidente que niega la gravedad de lacrisis,
subestima sus efectos sobre el conjunto de la población y no
solamenteno gobierna, si no que sabotea a gobernadores y a otras
instancias queresisten. Un presidente que trabaja para desunir al
país, para desmoralizar lavoluntad de los brasileños para resistir.

Pretende defender la reanudación del crecimiento económico,cuando su
gobierno llevó al país a la recesión. Pretende defender a la masa
detrabajadores precarios que produjo su gobierno, eliminando sus
derechoselementales y arrojándolos a la precariedad.

Brasil necesita un gobierno que no actúe en contra de lo queel país
necesita; un gobierno que actúe para resistir y salir de la crisis
ymás tarde para tener la fuerza necesaria para reconstruir el país.
Sin embargo,Bolsonaro se resiste a todo eso, trata de dividir y
confundir a quienes trabajanpara proteger la vida de las personas y
servirles de apoyo para que puedansobrevivir.

Este presidente es un obstáculo, un saboteador de todoaquello que
necesita el país. Con él como presidente, Brasil no podrá resistiry no
superará la crisis. Brasil tiene que derrotar a Bolsonaro, de la forma
quesea, e instaurar un gobierno que una a todos los brasileños, para
sobrevivir ala grave crisis salud pública. Reconstruir la economía, el
Estado, restituirlos derechos laborales, retomar el crecimiento y el
modelo de superación de lasdesigualdades y la exclusión social. Un
modelo como el que existió en Brasilentre el año 2003 hasta el año
2012.

Mientras Bolsonaro sea presidente, nada de eso será posible.Brasil
seguirá siendo saboteado por él. Todas las formas de derribarlo
sonválidas, porque es un problema de supervivencia nacional, para
defender la vidade las personas y la posibilidad de que volvamos a ser
un país digno, dediálogo, de respeto, de gobierno legítimo, de
esperanza y de felicidad.