LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS

Y los más pequeñitos ¿Qué están aprendiendo en casa?

Por GLORIA HELFER PALACIOS

Definitivamente nunca antes habíamos vivido, previsto o imaginado una situación semejante a la que hoy vivimos con la pandemia del coronavirus. Nuestras vidas han sido trastocadas, nunca seremos los mismos. Es de tal impacto lo que estamos viviendo que muchos afirman ya que nunca regresaremos a “la normalidad” como la conocíamos.

Más bien nos proponen que la normalidad que construyamos sea otra, que salgamos de ésta más humanos, más solidarios, más iguales. Los educadores tenemos que estar en primera fila en este empeño pensando, imaginando, haciendo de cada acto de nuestra vida cotidiana de confinamiento una oportunidad de aprendizaje. Comencemos por fijar nuestra atención en lo que está pasando en los hogares con los niños, especialmente los más pequeños.

El MINEDU está poniendo los recursos que tiene para, lo más rápido posible, poner en marcha su programa de educación a distancia “Yo aprendo en casa”. La suspensión de las clases se prolonga y tenemos que llegar donde están nuestros estudiantes. Para los que tienen internet, bien, Para los que no, se van a sumar Canal 7 y Radio Nacional y otros medios locales, tanto mejor. Hay que aprovecharlo todo. Pero para todos aquí algunos alcances a tener en cuenta. Imaginar lo nuevo supone no tratar de trasladar la escuela a la casa, con sus programas curriculares y evaluaciones como si solamente se cambiara de escenario. No va a funcionar.

El comedor no es el salón de clases, ni el abuelito o la hermana mayor es la profesora. Lo que sí podemos hacer es convertir nuestra diferente vida cotidiana, los acontecimientos, las informaciones, las circunstancias, los padecimientos, las disposiciones de seguridad que tenemos que seguir, los cuidados de la salud, especialmente de los que más los necesitan, en ocasión de aprendizaje. En ello pueden participar todos y los pequeños también.

La generosidad manifestada por los educadores es muy grande, muchos están poniendo sus conocimientos, materiales educativos y recursos múltiples al servicio de quienes los necesiten. Sumados a lo que ofrecen las instituciones privadas, museos, bibliotecas, cursos – todo gratuito – constituyen un enorme tesoro, desorganizado, pero tesoro al fin. Mucho va dirigido a los estudiantes, mucho a los maestros. Hay muy poco destinado a los niños pequeños y, menos aún, a las familias, a los padres y madres, abuelos, hermanas, cuidadores. ¿Por qué? Porque nunca imaginamos una circunstancia como la que vivimos, de encierro obligado.

Socializar, compartir, difundir materiales diversos, videos, historietas, cuentos, imágenes, juegos, destinados a los más pequeños y las orientaciones simples para las familias, es de vital importancia. Orientación que tienen que repetirse sin cansancio, hasta que se haga sentido común, es que el trabajo de los niños es jugar. Experimentar, jugar, es la manera de aprender de los niños, no las tareas y los castigos.

Hay otra preocupación grande y es que las condiciones de encierro obligado, en muchos casos en condiciones precarias, es fuente de tensión, y la tensión genera violencia. Todo lo que podamos hacer para ofrecer recursos y orientaciones para prevenir violencia contra los niños es bienvenido.
Por último, el MIDIS, a su enorme labor que se le reconoce, agrega otra tarea que tenía pendiente: la alimentación de los estudiantes.

Parece que se ha encontrado la manera de que el programa QALI WARMA haga llegar los alimentos a los niños. Pensando nuevas soluciones para nuevos problemas ¿Es posible distribuir paquetes con alimentos ordenadamente en las escuelas? ¿Es posible imaginar un voluntariado de maestras y maestros que acuden al llamado de ser la primera fila de una acción semejante, como lo hacen hoy enfermeras, médicos, policías y militares?