Por CABE
Las recientes declaraciones llenas de insolencia, de parte de la presidenta de la Confiep María Isabel León, ordenando que no se detenga la actividad minera, aunque esta conduzca a una nueva forma de muerte a los trabajadores mineros, muestra que el estupidismo es una pandemia endémica que afecta con indolencia asesina a los capitalistas.
En momentos en que se necesitan planes generales de emergencia para preservar la vida de todas y todos y no solo de los ricos, obligar a la sociedad entera a mantener las ganancias capitalistas en desmedro de la salud de la población en general, es poco menos que criminal.
Capitalismo y coronavirus son los enemigos
El pueblo debe saber desde ya que el enemigo no es solo la pandemia del corona virus, Covid-19; es también simultáneamente, el sistema capitalista sus burgueses y sus políticos, brutos y achorados como la León de la Confiep, que carecen de respuesta al problema masivo suscitado por la pandemia y todo porque en el afán de lucro han desmantelado o privatizado los servicios sociales, especialmente relacionados con la salud, que son los primeros que en estos días se muestran precarios y en la ruta de colapsar, con grandes riesgos de muerte para los sectores precarios, empobrecidos por el sistema.
Otra de las causas y no la menos importante, ha sido en nuestro caso, el rápido crecimiento caótico de las ciudades, donde campean la suciedad, la escasez de recursos sanitarios, redes de distribución de agua y drenaje, tan indispensables para la buena salud, asimismo, la pobreza extrema, caldo de cultivo para la expansión de la pandemia en proporciones geométricas, con el peligro de no dejar una sola zona fuera de peligro.
¿Cómo exigirle a un pueblo lavarse permanentemente las manos, cuando carece de ese recurso en sus casas, y si lo tienen es en barriles que en última instancia son de dudosa calidad por insalubres?
La destrucción de las organizaciones sociales de base, también pone de manifiesto la poca capacidad de respuesta del pueblo frente a la pandemia. Esto se hace evidente ante el anuncio del bono de 380 soles, que se ha anunciado desde el propio Vizcarra y que apunta a un caos social, como ya se ve en el interior del país, como en Tumbes, donde se ha generado una violenta reacción entre los pobladores precarios, este caos pudo haberse evitado recurriendo a una distribución de recursos esenciales a las hoy inexistentes organizaciones, sean sindicales o barriales, como club de madres, organizaciones de olla común.
El cambio de estación
Los científicos y estudiosos de la pandemia que nos azota, destacan que el virus se propaga con mayor velocidad en climas fríos, lo que indica que en el hemisferio Sur, donde se encuentra Perú, está en un momento apropiado para tomar medidas que impidan la aceleración de la propagación del coronavirus. Pero las estaciones cambian y debemos impedir que el invierno nos coja en una curva ascendente de la pandemia. Eso es lo que debemos evitar a toda costa.
Lo que el estupidismo de la burguesía, bruta y achorada, no entiende es que, en la amenaza de la pronta expansión de la pandemia, en la que se calcula que podría producir la muerte de un millón y medio de personas en el Perú, la muerte no hace diferencias sociales: ¡los ricos también llorarán!
Aun es posible
La cuarentena decretada por el gobierno de Vizcarra, que es solo una medida tecnocrática, tiene que ser complementadas con la reaparición de las organizaciones sociales. La patrulla de los ronderos en Cajamarca son un ejemplo de control social por el propio pueblo.
La hora de organizar el poder popular ha llegado, el egoísmo capitalista odia las soluciones colectivistas y solidarias. Bajo estrictas medidas de seguridad e higiene, se pueden y deben remontarse las ollas populares en cada asentamiento humano donde el pueblo debiera elegir, estableciendo turnos por grupos, a los encargados de hacer posible la alimentación. Un cuerpo desnutrido corre peligro, niños con anemia pueden ser víctimas inevitables. Alimentar al pueblo es de prioridad inmediata.
Los sistemas de salud, deben ser colectivizados. En España ya se tomaron medidas interviniendo a las clínicas particulares, socializando sus camas y sistemas de cuidados intensivos. Es lo mismo que debe hacerse en Perú, hay que imponer a esa estúpida burguesía, bruta y achorada, medidas contra sus gollorías privadas, es imprescindible socializar los sistemas de salud. Y como su egoísmo es superior a sus propias fuerzas, debemos exigir al Estado burgués que se socialice de inmediato la salud pública. Los centros de emergencia de clínicas y hospitales, deben tener sus puertas abiertas para todos, sin racismo ni xenofobias excluyentes.
Sobre esto último, debemos reforzar nuestro sentido de solidaridad para con todos, incluyendo bajo protección total, a migrantes recién llegados de provincias, a asiáticos, colombianos y venezolanos, es decir a todos los seres humanos que se encuentran en el territorio nacional.
Ya se decretó la moratoria de todas las deudas, las empresas de luz y agua no deben cortar el servicio por razones de deudas, por el contrario, se deben reponer esos servicios cortados por falta de pago. Es de necesidad vital que todos cubran sus servicios mínimos. Lo mismo respecto a la comunicación, los teléfonos deben mantenerse activos. Esta moratoria también debe incluir la renta e hipotecas, sobre la base de que la población debe mantener al máximo sus recursos económicos para hacer frente a la emergencia.
Mucha gente ha quedado varada en lima, por ejemplo, pacientes de provincias que llegaron a Lima por razones particulares y que a causa de la paralización de vuelos y todo transporte interprovincial, no pueden regresar a sus lugares de origen, como solución, deben ponerse a su disposición, las habitaciones en, por ejemplo, la Villa Panamericana, los hoteles, de todo tipo y demás recursos turísticoS que no son usados por la situación de cuarentena en que nos encontramos.
Hay que condenar el sistema financiero que ha aceptado a regañadientes la moratoria de deudas. “Los intereses no se van a detener”, contestan con la misma insolencia y desfachatez con la que expresan que sus ganancias están por encima del derecho a la vida.
Es más, se debe exigir la desaparición de las AFP, que aprovechando la supuesta perdida de recursos afectados por la caída de las Bolsas de Valores a nivel internacional, están reduciendo abusiva y drásticamente las mensualidades de los usuarios. Esto no debe seguir pasando. Las AFP, deben desaparecer y ser sustituidas por empresas públicas, bajo control de los trabajadores.
PODER POPULAR
Organizar el Poder Popular, es la mejor respuesta para defender la vida de todos. Enfrentar la solidaridad humana que está en nuestros genes, contra el egoísmo capitalista que acelera la propagación del corona virus.
Ha llegado el momento en que las fuerzas revolucionarias socialistas de la izquierda peruana tomen la iniciativa. No hay lugar para las respuestas “progresistas” que solo saben conciliar con la burguesía y ahora se encuentran mudas.
Poner a prueba el colectivismo del pueblo peruano que tiene en su herencia genética la vida en Ayllu, donde la minka y el ayne, siguen siendo expresiones de colectivismo y el socialismo, deben hacerse presentes. De alguna manera ya se perciben estas manifestaciones, cuando vemos a voluntarios que salen de sus casas y ofrecen agua y alimento a enfermeras, bomberos y policías que rondan las ciudades.
No hay solución bajo el capitalismo, la respuesta socialista al coronavirus puede garantizar que la mortalidad que ya se hizo inevitable, se reduzca drásticamente y sea menos dolorosa para nuestro pueblo.
¡Viva la vida!