C
Desde el primero de febrero pasado Cuba aprobó su plan para enfrentar la epidemia del coronavirus que mantiene al mundo conmovido y expectante. Aunque todavía no integra la lista de países con casos reportados, su arsenal de médicos, enfermeras y paramédicos se dispone para la vigilancia y enfrentar la amenaza.
Con experiencia suficiente cuenta esta nación si se trata de acorralar virus y otras enfermedades. Es resultado de haber puesto, luego de 1959, en primer término el desarrollo de la salud y de la educación, y gracias a esa prioridad se han formado especialistas en diversas ramas, se crearon centros de investigación con capacitados científicos y una red de hospitales dotados del mejor equipamiento se expande por su geografía.
Tan lejos en el tiempo está la epidemia de dengue introducida en la Isla en 1981, y que infectó a más de 300 mil personas y ocasionó 158 fallecidos, de ellos 101 niños; que pocos recuerdan los días de impotencia y dolor vividos, pero se sabe que fue la asistencia masiva a estas personas la que impulsó el nacimiento de programas de desarrollo biotecnológico en el país, con medicamentos como el Interferón Alfa 2, utilizado ahora,junto a otros, para combatir el coronavirus en China.
Este medicamento cubano, de hace más de tres décadas, mostró su eficacia en la terapia de enfermedades virales, y se suma a otros como el HeberFeron para el tratamiento de carcinomas basocelulares, el CIMAVax, contra el cáncer de pulmón y el Heberprot-P, solución prescrita para el tratamiento de las úlceras del pie diabético, que evita la amputación de extremidades.
Fue elección de Cuba despegar por un camino propio ante las numerosas evidencias, luego probadas científicamente, de que el dengue y otras plagas y enfermedades habían sido introducidas por la CIA en el territorio nacional. Una guerra bacteriológica –el dengue, el más mortal de todos–, que tuvo antecedentes en la fiebre porcina, la brucelosis del ganado, el carbón y la roya de la caña, el moho azul del tabaco, la bronquitis infecciosa de las aves de corral, la conjuntivitis hemorrágica y otras, que pusieron en jaque a los estudiosos de un país emergente del subdesarrollo, con menguados recursos.
En el enfrentamiento a enfermedades, la Isla ha debido sortear el impacto de las leyes estadounidenses que impiden el comercio bilateral.
El bloqueo económico de ese gobierno, agravado en el último año al impedir a las navieras y aerolíneas tocar suelo cubano, ha impedido la llegada de insumos, medicamentos y equipos e instrumental de salud, denunciada por Cuba en las Naciones Unidas.
Solo el pasado año, la empresa importadora y exportadora cubana de productos médicos MEDICUBA S.A. realizó solicitudes a 57 compañías estadounidenses en aras de adquirir insumos necesarios para el sistema de salud. A finales de 2019, de esas empresas, 50 no habían respondido y otras 3 alegaron que debido a las regulaciones del bloqueo, no están autorizadas a vender a Cuba ningún medicamento o equipo, lo cual obliga a su adquisición en otros mercados, lo que encarece costos y alarga los tiempos de arribo.
Ese es el panorama que vive la Isla mientras se prepara para enfrentar el COVID-19, contando sobre todo con su personal sanitario, entrenado y dispuesto a salvar vidas, y también con la disciplina y organización que desde las fronteras y hacia el interior del país mantiene activada la vigilancia para evitar la propagación del virus.
Foto de portada: Cubahora.