A 30 AÑOS DE INVASIÓN YANQUI A PANAMÁ



Por José Luis Méndez Méndez(*)/Colaboración especial para Resumen Latinoamericanohttps://www.cubaenresumen.org/2019/12/a-treinta-anos-de-la-invasion-a-panama/19/12/2019

Tres décadas han pasado desde  que en  horas
de la noche del 19 de diciembre de 1989,
comenzó la décima tercera invasión de los
Estados Unidos a Panamá, una de las más
ensayadas desde 1855, cuando comenzaron a
profanar la soberanía del  país istmeño.

Dada inicio la Operación Justa Causa (Just Cause[1]) con el supuesto objetivo de sacar del poder
al general Manuel Antonio Noriega, sindicado de ser narcotraficante, quien había asumido la
conducción del país el 16 de diciembre de ese
año.

Numerosos documentos hoy confirman que este fallecido militar había prestado reconocidos
servicios a varias agencias estadounidenses, en primer lugar a la CIA y al DEA.

En 1984, Noriega, actuando según  el clamor de
los panameños  había solicitado que entregaran el canal de Panamá a la soberanía panameña.

En 1977 se habían firmado los tratados canaleros entre el general Omar Torrijos Herrera y el
Presidente estadounidense James E. Carter, pero la entrega no se había hecho realidad debido a
dilaciones imperiales para conservar el poder enla vía interoceánica

Al terminarse el día 19 y dar inicio al nuevo día elentonces presidente George H.W. Bush,
anunciaba al mundo desde la Casa Blanca, que
esa nueva operación quirúrgica contra un pueblo hermano, que había derramado su sangre en
varias ocasiones en contra de la presencia militar norteamericana en su territorio, instalado
durante décadas por medio de más de una
docena de bases militares dislocadas a las
puertas de su capital en el océano Pacífico y
otras en el Caribe.

Bastaba cruzar el Puente de las Américas, para
encontrar las bases navales, aéreas y de todo
uso, desde donde, en esa década, habían partido miles de operaciones de espionaje contra países de la región y participado activamente en la
guerra sucia contra Nicaragua y los movimientos insurgentes en Honduras, Guatemala y El
Salvador.

Desde las bases Rodman, Koobe, Howard,
Albrook Field, partían las incursiones militares
en los meses precedentes a la invasión, también a provocación contra el cuartel central de las
Fuerzas de Defensa panameñas, que ocasionó la muerte de un militar estadounidense, hecho
que tensó aún más la situación y creó las
condiciones para la incursión militar.

El recinto castrense panameño estaba ubicado
en el humilde barrio de El Chorrillo, arrasado
después, innecesariamente, por las
devastadoras armas norteamericanas que se
estrenaron en ese escenario bélico y que causó miles de víctimas colaterales.

Mientras el invasor ocupaba sin motivo todo el
país, en la base militar norteamericana, Fort
Clayton tomó posesión la troica, que había
concurrido a las urnas en las elecciones
presidenciales en mayo y de esa forma espuria
se hicieron del poder, bajo la fuerza  y el terror de los soldados de la 82 División Aerotransportada y de 193 Brigada de Infantería con asiento en ese
enclave castrense, así como otras fuerzas de
varias armas que ocuparon el país en toda su
extensión, para someterlo y cambiar su rumbo
político, dejando a su paso la destrucción de
instalaciones, la muerte de ciudadanos y
causando secuelas indelebles en muchos
panameños.

En los días inmediatos a la invasión, el mando
militar norteamericano y en particular el general de brigada Marc Anthony Cisneros[2], había expresado con sorna y desprecio,  que al comenzar el ataque artero a Panamá, estaría tomando una
cerveza y al terminar su punitiva labor regresaría tan rápido, que aún esta, estaría fría.

Pero los cálculos del estratega norteño se
enfrentaron a la resistencia popular nacional,
que dio muestras de coraje y valentía a pesar de
la superioridad numérica en hombres y armas.

La acción de Panamá  sirvió  además de
laboratorio para el empleo de armamentos
sofisticados como  del bombardero “invisible”
Stealth F-117, los helicópteros del tipo
Blackhawk, Apache y Cobra, además de misiles,cañones, blindados de fuego rápido y otras
maquinarias de última generación.

Los mencionados aviones, irrumpieron en el
espacio aéreo panameño causando pavor.

Se puso en práctica los últimos adelantos del
complejo militar industrial,  para causar la
muerte.

Dos años después lo harían con letal eficacia en
la llamada Guerra del Golfo.

A pesar del tiempo transcurrido es imposible
entender y admitir que la Operación “Causa
Justa”, justifique la muerte de más 7000
panameños, algunos todavía hoy desaparecidos y haber empleado 27 000 soldados cuando todo estaba ensayado para un mero paseo.

El ensañamiento dio lugar  que el paseo no fuera tal, ante la brutalidad de las acciones,   hubo
resistencia en varios lugares más bien en
defensa propia, pero el descomunal poderío se
impuso.

Otra lectura que dejó este acto genocida fue el
método de las fuerzas norteamericanas de
permitir durante días el pillaje, que provocó el
caos en la ciudad y desvió la atención hacia lo
que acontecía.

El saqueo de los almacenes de la concurrida Vía España, de las áreas comerciales de El Dorado y otros puntos, fueron objetos del vandalismo,
que pretendía inmovilizar y desviar la firmeza de los opositores.

Desde marzo y octubre de 1988 cuando habían
gestado intentos de golpes de Estado, para sacar del poder a los militares panameños convertidos en obstáculos para sus intereses y a los
presidentes legítimamente elegidos, que
fracasaron por la intervención de fuerzas leales, comenzó una invasión silenciosa de militares
norteamericanos, que se posesionaron en viviendas y desarrollaron un basto plan de búsqueda
de información sobre la capacidad defensiva de
las Fuerzas de Defensa, estudiaron el futuro
teatro de operaciones, también se desató una
verdadera cacería contra el general Noriega y sus principales jefes militares, fueron sobornados
hombres muy cercanos a él.

Los blancos a atacar fueron cuidadosamente
seleccionados, no solo militares, sino también
civiles como el mencionado barrio, que devino
en mártir y fue virtualmente desaparecido como
lo fue el Centro Recreativo Militar, CEREMI,
instalado cerca del aeropuerto internacional de
Tocumen, llevado a escombros por la aviación
invasora  por suponer que Noriega se había refugiado ahí; o la base aérea de Río Hato, que recibió un impacto desproporcionado de los agresores.

El barrio trabajador de San Miguelito, opuso
tenaz resistencia al ocupante desde el inicio de
la invasión, en otros puntos de la capital y el país los focos populares causaron bajas a los
intervencionistas, que habían sido persuadidos por sus jefes de que sería un episodio  de puro
trámite y que los pobladores agradecidos los
recibirían con banderitas y flores.

El asedió a las Embajadas y Organismos
Internacionales acreditados fue intenso para
evitar que seguidores del gobierno depuesto o
simplemente el pueblo recibieran refugio.

Las sedes de Cuba, Nicaragua, Perú y Venezuela, entre otras, fueron hostigadas, colocados los famosos Check Point[3], que intentaban  violar las más elementales normas del derecho
internacional, que protegían a los funcionarios
diplomáticos y sus familiares.

Especialistas del “proyecto golpe”, grupo
interdepartamental norteamericano compuesto por experimentados gestores de golpes, como
John Maisto[4], quien en los primeros días de la
invasión abandonó el país invadido, después de haber creado la llamada Cruzada Civilista
Nacional, que tuvo un rol decisivo en los
preparativos previos, inspirada y creada a
semejanza con el llamado Namfrel[5], Movimiento Nacional por unas Elecciones Libres, que
tomaron experiencias en el derrocamiento de
Ferdinand Marcos, en Filipinas donde Maisto,
también incursionó, primero lo había hecho en
Chile, durante el gobierno de la Unidad Popular y después fue embajador en Nicaragua, en
Venezuela y ante la OEA, para redondear su
currículo intervencionista.

Treinta años después las amenazas se ciernen
nuevamente sobre América Latina, con un
díscolo republicano como nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Se ha ampliado la instalación de nuevas y
renovadas bases militares, puntas de lanza paradesestabilizar la región.

En Panamá, los acuerdos Torrijos-Carter
regresaron a la nación istmeña el control de esas instalaciones militares norteamericanas, pero
aún algunas estarán allí, si los gobiernos deturno acuerdan con el Imperio, con el gastado pretexto de enfrentar al terrorismo, al narcotráfico, y la
defensa de la vía interoceánica, la permanencia más allá de los términos acordados, como
garras del águila usurpadora.

La invasión a Panamá había sido precedida por
la invasión a Granada en 1983 y era como un
presagio de lo que ocurriría mientras se
derrumbaba el antiguo campo socialista: era la
primera invasión de la Postguerra Fría.

Estados Unidos pretendió inaugurar un nuevo
Orden Internacional bajo su égida, y Panamá fue un tubo de ensayo para futuras agresiones.

En Panamá se aplicó por primera vez el concepto de la soberanía limitada de los Estados. [6

]Como dijera ese grande del periodismo
internacional Julius Fucik[7] en líneas de su reportaje al pie de la horca: “Estad alertas”, nuevas amenazas se ciernen sobre Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Cuba.

(*)Cónsul de Cuba en Panamá desde 1986 hasta 1992.
[1] Nombre que el mando militar invasor dio a la agresión.

[2] De origen mejicano, nació el 5  de abril, su primera experiencia en agresiones la tuvo en Vietnam, donde estuvo durante la ofensiva insurgente del Tet.

[3] Punto de Control, que los invasores diseminaron por todo el territorio nacional panameño, encargados de controlar los movimientos de la población, junto con  las alambradas de diferentes tipos, que utilizaron

.[4] Funcionario del Departamento de Estado
especialista en intervenir en los asuntos internos de los países y derrocar gobiernos.

[5]  En inglés Nacional Mov  for Free Election

[6] Julio Yao; Ex asesor de política exterior, ex
agente de Panamá ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, catedrático de Relaciones
internacionales (Noviembre de 2000)

 [7] Comunista checo, periodista que fue
arrestado en 1942 y ejecutado en la horca por los nazis. En cautiverio escribió Reportaje al Pie de
la Horca, devenido en paradigma del periodismo progresista mundial.