Por Matías Bosch Carcuro
10 de noviembre de 2019
Hay quienes jugaron a creer y hacernos creer que la persecución a Lula, Cristina, Correa era auténtica preocupación por la honestidad administrativa. Hay quienes querrán que creamos que el Golpe de Estado en Bolivia es una «crisis política» por una repentina pasión democrática. Como si no tuviéramos memoria, como si no supiéramos lo que hicieron en Bolivia en 2006, en 2008, el plan de romper el país en dos, el plan de guerra civil, durante todos estos años. Como si no supiéramos cómo lograron «vencer» en el referéndum de 2016 usando la más artera y sucia trama mediática. Y aunque querían no podían, porque los datos no cuadraban: Bolivia ha tenido cifras récord de desempeño económico, transformación productiva y superación de la pobreza, combinadas con un cambio social que superó la ancestral segregación de los «indios» ahora convertidos en ciudadanos y ciudadanas plenos.
Hay quienes seguirán entreteniendo y jugando a que nadie toque a Piñera, Moreno, Macri, Bolsonaro, a Iván Duque, con sus muertos, sus desaparecidos, su desastre económico, su bajón de popularidad, ataques a las conquistas sociales y derechos; sus planes de ajuste, tarifazos, el aumento de la pobreza, la concentración de la riqueza, la violación de las leyes. Cuando Piñera y Moreno golpean a sus pueblos, los militares salen a las calles a asesinar y reprimir, reimponiendo el «orden normal». Cuando un sector político sale a las calles de Bolivia a quemar hogares, linchar personas, asaltar medios de comunicación, los militares salen a obligar al Presidente a dimitir. ¿Irónico, no?
Incluso hay opinantes que se atreven a decir que Evo renuncia por «perder apoyo de los militares». ¿Y es que en una democracia, un régimen republicano y un Estado de Derecho gobiernan a quienes los militares apoyen o quienes elija la gente?
O bien frivolizan el debate hablando de los años que Evo lleva como Presidente. ¿Es que acaso no fue electo por un período y mandato que debe cumplir? ¿Eso es a gusto o lo determinan las leyes? ¿Cuándo comenzarán entonces los linchamientos callejeros y los Golpes de Estado contra Merkel en Alemania y contra los Borbones en España? Irónico también.
Si lo que querían era segunda vuelta electoral ¿Por qué no se sintieron satisfechos cuando Morales invitó al infame ministerio de colonias llamado OEA a hacer la auditoría y hoy mismo, ante una sorpresiva emisión de resultados de la misma, anunció la total renovación de los integrantes del Órgano Electoral por parte del parlamento y la repetición absoluta de las votaciones? No creyeron que Evo llegara a tanto. Se les trancó el juego y tuvieron que sacar las garras y quitarse la careta de justicieros.
Al menos yo no me «desmemorio» y lo que está ocurriendo en Bolivia ya lo dijo Allende, el 11 de septiembre de 1973, en sus dramáticas palabras a través de Radio Magallanes:
«El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición (…) el mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios».
Ya era demasiado con soportar a un Maduro que no se cae y un Guaidó que se desinfló. Con Alberto Fernández derrotando a Macri, López Obrador en México, la insubordinación de Puerto Rico, Ecuador y de Haití, y la rebelión fantástica del Pueblo de Chile. Han aprovechado esta coyuntura para poner un poquito de orden en casa, especialmente con este que había salido el más malcriado de la clase…el desobediente que además se saca las mejores notas y no les pide permiso ni para ir al baño.
Suscribimos cabalmente el Derecho a Rebelión de los pueblos, consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Creemos en elecciones limpias e intachables. Pero por el mismo motivo nunca en los Golpes de Estado, la ilegalidad, la violación de la Constitución, la mentira, la manipulación mediática, el linchamiento, el crimen ni el fascismo. Ojo a cada minuto, porque desde 2006 el objetivo central ha sido uno: acabar con el Proceso de Cambios, la Constitución de ese país y acabar con Evo Morales y ahora también con el liderazgo forjado en estos años. Incluso con sus propias vidas. Esto no es reivindicación popular ni democrática, esto no es el discurso buenista y blanco-elegantón de Carlos Mesa (el mismo que no dudó en ser el representante de Evo y el Estado en la demanda en La Haya por la salida al mar, que tanta tribuna le dio). Esto es venganza clasista, racista e imperialista.
«Junten odio» decían las paredes que pintaba Patria y Libertad en los días previos al Golpe en Chile. Nadie lo olvide.
*Matías Bosch Carcuro, 10 de noviembre de 2019.*