Hay una incapacidad notable de Piñera para gobernar con sentido democrático. Por eso, el clima en el país es tenso, está enrarecido y tiende a mantener el enojo social.
El Siglo. 23/10/2019. Ante la grave crisis política y social presentada en el país, la población encontró a un gobierno autoritario y sin respuestas contundentes y de fondo a la demanda popular y ciudadana.
El Presidente Sebastián Piñera y sus ministros más conservadores optaron, ante la masiva y extendida manifestación social, por declarar en amplias zonas del país el Estado de Emergencia, sacar al Ejército a la calle, imponer el Toque de Queda, suspender derechos civiles e instalar un tono discursivo de violencia, guerra, vandalismo y represión.
Las medidas “sociales” anunciadas por el Ejecutivo son apenas paliativos, porcentajes ínfimos que, por ejemplo, igual dejan a cientos de miles de pensionados con un ingreso mensual que no llega a los 130 mil pesos. El sueldo mínimo sigue siendo bajísimo, el empleo precario (mientras Piñera sigue rechazando avanzar hacia las 40 horas de jornada laboral semanal e insistiendo en flexibilizar y precarizar el empleo), las jubilaciones seguirán en el orden de los 200 mil pesos mensuales promedios, no se hizo nada para bajar las alzas en agua, luz y otros servicios, los altos costos en salud y educación se mantienen, y se deja a firma, sin modificación alguna, el funcionamiento de las AFP, Isapres, Banca Privada, consorcios financieros y empresariales. A eso hay que agregar que Piñera insiste en mantener medidas de corte autoritario, con Estado de Emergencia, Toque de Queda y miles de militares en las calles, en una decena de regiones. Los casos de violaciones a derechos humanos aumentan.
Es tal el nivel de problemas sociales estructurales -producto de un modelo defendido y reforzado por este gobierno- que deben ocurrir transformaciones profundas para que este país cambie, y no serán Piñera o la derecha los que las hagan. Pero al menos, dada las circunstancias, se esperaría que este gobierno adoptara medidas presupuestarias, de entrega de recursos y adopción de acciones precisas para atender los malos índices de empleo, salarios, pensiones, inversión pública, emergencias en salud, transporte y vivienda. Esto último, ya no ocurrió.
Por temor, desprecio y no estar en sintonía con la sociedad, el gobierno no dialoga ni busca acuerdos con las representativas organizaciones sindicales, estudiantiles, de profesionales, partidos políticos populares y de izquierda y sectores sociales. Opta por relevar un diálogo parcial con representantes de algunos partidos políticos.
En estos días el gobierno sigue priorizando por acciones autoritarias y cupulares, por su agenda antipopular, discurso criminalizador del movimiento social y ciudadano.
Eso dentro de una incapacidad notable de Piñera para gobernar con sentido democrático.
En definitiva, ante una crisis política y social, este gobierno muestra el ADN histórico de la derecha. Tensionado el oficialismo, responde con las conocidas recetas “de orden”, represión, autoritarismo, rigidez, mantención del modelo, y falta de respuestas democráticas y sociales que ha caracterizado siempre a la derecha, los conservadores y militaristas golpistas.
Por eso, entre otras cosas, el clima en el país es tenso, está enrarecido y tiende a mantener el enojo social.