ESPAÑA. BATALLA DE GALLOS

Por ENCARNACIÓN NÚÑEZ JIMÉNEZ

Hace 4 meses que en España celebramos las últimas elecciones generales. Desde de 28 de abril hasta ahora, en este tiempo, hemos asistido atónitos como ciudadanos a unas negociaciones fallidas entre los partidos de “Izquierda” (aunque no todos son realmente de izquierda), a una investidura fallida envuelta de dimes y diretes  y de lo que la prensa está llamando “la lucha por el relato” entre la fuerza política con más votos, el PSOE, y los que  han llamado sus “socios preferentes”. Pero nadie está contando por qué se está produciendo esa lucha por el relato.

En su libro “Los últimos días de la izquierda”, Felipe Alcaraz, realiza una brillante reflexión (como es habitual en sus discursos, intervenciones y escritos) sobre ese por qué de la lucha por el relato.  Explica Alcaraz en su libro que la Constitución de 1978 fue un apaño para tirar a medio plazo, como para unos cuarenta años que se cumplen en estas fechas. Esa Constitución, con su peculiar sistema electoral, propone un bipartidismo alternante en ciclos de gobierno.  No obstante, tras el 15M, con la aparición de los nuevos  partidos, ese bipartidismo corre riesgo en tanto que los, hasta ahora, partidos mayoritarios, ya no consiguen las mayorías absolutas de otros tiempos, ni siquiera esas mayorías suficientes para ir tirando en una legislatura con acuerdos puntuales con unos y otros.

Y es que ahora lo que toca es la configuración de dos grandes bloques, que suponga una versión edulcorada del bipartidismo y haga pensar a la gente que existen causas y frentes comunes, coaliciones, unidad programática o cualquier otra cosa que se le parezca. Y claro, eso exige un líder que abandere cada uno de esos bloques para, entre otras cosas, parecernos más aún al sistema electoral estadounidense y acabar reformando el sistema electoral actual por otro que suponga la alternancia de los mismos en una nueva norma que nos haga creer a los electores que es más justa, más participativa, más democrática…

En el bloque de la derecha el liderazgo no está resuelto, y parece que no hay mucha intención de resolverlo, pese a los intentos del presidente de Ciudadanos (Cs) en erigirse en líder del autodenominado “bloque constitucionalista” (aunque no haya ni la más mínima intención de cumplir la Constitución, salvo para aplicar el artículo 155, claro está).  El presidente del Partido Popular (PP) que hasta ahora presumía de ser la única fuerza política del pensamiento conservador y de la economía del libre mercado y de la España unida y la Europa de los grandes Estados… se ha pasado el verano de aquí para allá para no dejar el más mínimo espacio a su más directo rival (Albert Rivera) ni a su siguiente competidor, el presidente de VOX (esa fuerza neofascista que se presenta como patriotas único, puros y verdaderos, como si de un dogma de fe se tratara). De momento se han puesto de acuerdo para gobernar en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas con la consigna clara de que su unidad se basa en no dejar gobernar a la izquierda. Bueno, realmente lo que hay en la base de esos acuerdos es un mínimo común denominador (que se diría en términos matemáticos) o lo que es lo mismo: que son realmente la misma cosa.

Y en ese bloque no hay mucho tampoco de dónde tirar: ninguno de los tres presidentes de los partidos de ideología de derechas, facistoide y fascista respectivamente, tiene suficientes capacidades y carisma  como para ser un líder claro.

Sin embargo, en el llamado “bloque de izquierdas” la disputa por el liderazgo viene con la complejidad añadida de que los líderes de PSOE y de Podemos sí poseen suficientes capacidades y ambiciones como para disputar ese espacio.

Y esa es la verdadera razón de esos desencuentros. No es cuestión de un ministerio arriba o un ministerio abajo. Es cuestión de que si Sánchez le deja espacio a Iglesias para que demuestre que, además de su capacidad teórica, es capaz de gestionar, de gobernar… el liderazgo de Sánchez en ese bloque de “izquierdas” estaría en serio riesgo. Y por el contrario, si Iglesias no consigue demostrar esa capacidad de gobierno y gestión perderá para siempre cualquier opción de liderar y de disputar siquiera ese espacio.

Ambos son hombres inteligentes, ambiciosos, bien asesorados… Sánchez e Iglesias, Pedro y Pablo, forman un nuevo tándem mítico y no de “picapiedras” precisamente. Son, como se diría en términos musicales, dos MC (maestros de ceremonias) que han quedado finalistas en una “Batalla de gallos” en donde cada uno improvisa su intervención para remontar la del anterior y así se enzarzan en un duelo dialéctico que resulta el deleite de los que lo presencian.

Aquí, la única salvedad es que la batalla por el relato esconde otros intereses, esto no va de ser más o menos de izquierdas, de ser más o menos “hombre de Estado”, sino de a ver quién se hace con el liderazgo de la pata izquierda del régimen del 78 y puede seguir alimentando al monstruo del capital unos cuantos siglos más.