Por GAVIN RIOS PICKMAN
En la madrugada del día 22 de los corrientes dejó de existir GUILLERMO ANTONIO RIOS PICKMANN, hijo de estas tierras imbuido de nobles ideales por la reivindicación de los menos favorecidos y por la defensa de la naturaleza de esta selva ubérrima de Madre de Dios.
Rebelde natural, crítico pertinaz, inconforme, contestatario, su vida fue una vorágine de ayuda y entrega a los demás, un compromiso nunca incumplido, porque Guillermo fue un hombre que identificó palabra y acción en el devenir de su existencia, y afrontó las consecuencias de ceñirse a la verdad, a pesar de que, como lo dijera Gustavo Gutiérrez, pensador peruano creador de la Teología de la Liberación, que “la verdad es subversiva en el Perú”.
Para Guillermo no existía ni un solo punto de acuerdo en cuanto a la terrible depredación que se viene dando en los bosques de estos lares, por tanto no pudo zanjar con cuanto político que ofrecía el oro y el moro, pero que callaba en siete idiomas cuando se trataba de la minería ilegal, porque son los heraldos de la barbarie que se ha consumado y se sigue consumando en estas tierras que tuvo la “maldición” de albergar oro en sus entrañas.
Esa lucha, casi en solitario, que liberó Guillermo Ríos en contra de las empresas y personas saqueadoras a las que solo les interesa obtener sus riquezas, tanto del oro como la madera, que al final dejaran a esta estepa amazónica como un yermo, tal como significa la llamada Pampa, y otros lugares en los que se practica esta terrible acción, que desgraciadamente cuenta con el aval de autoridades venales e incluso de algunas comunidades nativas que aceptan por un mendrugo que sus bosques se devasten pero que para la tribuna aparecen como defensores de su integridad.
Guillermo Antonio no podía aceptar esta hipocresía y por ello se ganó no poco enemigos, porque los obreros, azuzados por sus patrones usaban el recurso bajo de atacar a quienes los defendían, pero que para éllos eran sus enemigos porque “no los dejaban trabajar”. Craso error, los depredadores, especialmente mineros ilegales o eufemísticamente llamados “mineros irregulares”, son solo cuatro o cinco, pero que utilizan a números testaferros, mineros ilegales, para lograr sus torvos propósitos.
Sin embargo la vida de Guillermo Antonio, fue una fulgurante existencia, que no transigió con la corrupción, que asumió los retos que le planteó el destino, pero que los asumió con valor y entrega. Se enfrentó en su momento a la dictadura del dictador hoy reo en cárcel, y posteriormente a los mediocres presidentes regionales, alcaldes y parlamentarios, en mala horas elegidos, que solo defendieron lo establecido, pero que nunca asumieron un verdadero rol de cambio que tanto necesita la Región de Madre de Dios. Cómo es necesario en la hora presente en la que necesitamos hombres del temple de Guillermo para enfrentar las atrocidades que se están cometiendo actualmente en nuestro pueblo, en el que parece que se ha sentado el reino de lo utópico, reconociendo ilegalidades como “patrimonio cultural” y disponiendo del bien público para provecho mercantil.
Este redivivo Jacobino que emulando a los actores de la Revolución Francesa, aprendida de su distinguido profesor del Colegio Guadalupe, su alma mater, Dr. Dulanto Pinillos, quien en sus magistrales clases de Historia Universal inculcó a sus jóvenes discípulos las acción del Grupo Jacobino, radicales que se opusieron a la monarquía francesa y lucharon por la República que debería generarse del voto ciudadano. Guillermo fiel a las lecciones de su ilustre preceptor internalizó esa vocación y la volcó en su actuar en nuestra realidad tan injusta y que necesita mentes preclaras para ayudarla a su desarrollo. Por eso su acción irredenta ante la injusticia, la corrupción y la indiferencia ante la iniquidad tan común en nuestra sociedad.
Hasta la victoria final Guillermo, y como diría Pablo Neruda “lo tendremos muy presente en la hora de la luz”.