Por Rubén G. Abelenda (*) África y Cuba tienen un mismo corazón que late con ritmo solidario y de amistad fraterna desde que en la mayor de las Antillas triunfo la Revolución del 1 de enero de 1959, y su líder eterno, Fidel Castro, decidió acompañado de sus compatriotas ayudar desinteresadamente a los pueblos del llamado continente olvidado. La sangre de África corre abundante por nuestras venas, reiteró Fidel en numerosas de sus intervenciones, y en un discurso en 1975 aseveró: “Y de África, como esclavos, vinieron muchos de nuestros antecesores a esta tierra. Y mucho que lucharon los esclavos, y mucho que combatieron en el Ejército Libertador de nuestra patria”. El eterno Comandante en Jefe de la nación caribeña enseñó a los cubanos a saldar una deuda moral con sus ancestros, que comenzó a materializarse con el respaldo a las luchas por la independencia de la mayoría de los países de esta región, y perdura hasta hoy con la colaboración en varias esferas, principalmente en la salud. Desde entonces en este continente fueron sembradas y regadas con sangre africana y cubana semillas que germinaron con el cursar del tiempo, y actualmente son palmeras y árboles frondosos de apego y respaldo mutuo que enemigo alguno podrá derribarlas jamás. No se puede escribir sobre la entrañable hermandad entre la Isla caribeña y África sin dejar de recordar al Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara y su batallar por estas tierras, ni tampoco a tantos luchadores por la verdadera independencia de estos pueblos, como el líder sudafricano antiapartheid Nelson Mandela. Es imprescindible citar también una muy conocida expresión de Mandela en una de sus visitas a La Habana: «Cuba es el único país del mundo que no fue a África a saquearla, a robarle sus riquezas, sino a luchar por ella y a dejar en el suelo africano la sangre de sus hijos». La mayor de las Antillas mantiene y mantendrá invariable ese principio porque la solidaridad no se vende, ni se brinda a cambio de nada, por ello el agradecimiento perdurable de los pueblos de esta región, y de otras del mundo. Algunos descolocados y malintencionados insisten frustradamente en socavar los lazos de amistad que unen a africanos y cubanos, y a la ayuda que siguen y continuarán prestando a sus hermanos más desposeídos los hijos de la patria de Fidel, pese a seguir bloqueados y agredidos por su vecino poderoso del Norte. Les molesta que miles de médicos y personal asistencial salven vidas en los lugares más recónditos del denominado continente olvidado, y cooperantes de otras esferas compartan sus conocimientos y experiencias. Tales adversarios chocarán una y mil veces con la misma piedra porque africanos y cubanos tienen un mismo corazón, muy sano, que latirá eternamente, y cada vez con mayor fuerza. Cuando este 25 de mayo se celebre el Día de África, los habitantes del decano archipiélago caribeño harán suya una vez más esa fecha, y festejarán junto a sus hermanos de siempre. Vayan nuestras Felicitaciones. (*) Embajador de Cuba en Gambia ResponderReenviar |