RECORDANDO A ROSA LUXEMBURG0

AURELIO CRUZ SMITH·VIERNES, 17 DE MAYO DE 2019Serie Historia


Por FRANCISCO F. DEL CARPIO / Jornal de Arequipa / ENERO 2019

Primero mataron a Liebknecht, parlamentario alemán que en 1914 había votado en contra de la participación de su país en la primera guerra mundial. Luego fueron por Rosa, su compañera, quien se hallaba en el hotel Edén de la capital alemana, allí irrumpió la tropa y le disparó; un soldado le destrozó la cara a culatazos; otro la remató de un tiro en la nuca, luego arrojaron su cuerpo a uno de los canales del río Spree con suficiente peso para que no flotara. Su cadáver solo apareció dos semanas después. El hecho ocurrió un 15 de enero 1919 en Berlín, hace 100 años.Como sucede hoy en nuestros civilizados países, la declaración «oficial» determinó que una turba enfurecida los había linchado por haberse opuesto a los designios de la patria (declarar la guerra a Francia e iniciar la primera guerra mundial) y enfrentarse al gobierno de Friedrich Ebert cuyo partido «Socialista» SPD apoyó el impulso bélico alemán aprobando los presupuestos en el Parlamento, lo que fue entendido por el grupo los espartaquistas, al que pertenecían Liebknecht y Luxemburgo, como una traición; además, por haber actuado de esquirol (Ebert) cuando en enero de 1918, durante la huelga de los obreros de la fábricas de municiones de Berlín, se esforzó para que los trabajadores volvieran lo antes posible a las fábricas.

Tras la derrota alemana en la guerra, Ebert encabezó el gobierno provisional que negoció lo principal del Tratado de Versalles en 1919; sin embargo firmó con el ejército alemán el Pacto Ebert-Groener para perseguir a la Liga Espartaquista. Esto le valió para ser elegido presidente de la república.Rosa Luxemburgo por su condición de comunista, polaca y judía, había recibido múltiples amenazas del gobierno de Ebert, pero decidió no huir de Berlín sabiendo que la represión contra los espartaquistas (comunistas alemanes del 900) se venía venir, no solo porque encabezaban una organización subversiva ni por la revolución comunista que anunciaban contra Friedrich Ebert; sino, fundamentalmente, por oponerse a la guerra.En efecto, Rosa Luxemburgo, junto a Karl Liebknecht, se opuso a que la socialdemocracia

aprobara los créditos para la guerra. No concebían que los “socialistas” votaran a favor de que trabajadores alemanes se enfrentaran a muerte con trabajadores franceses. Era un contrasentido. Por esta suerte de “pacifismo” -que Rosa no compartía- pasó toda la Primera Guerra Mundial en la cárcel; pero allí no perdió el tiempo, se dedicó a escribir y conspirar. Tuvo grandes debates con dirigentes alemanes y rusos, inclusive con Lenin y Trotsky, a pesar de que apoyó con entusiasmo la revolución de los bolcheviques de 1917 y el hecho que Rusia revolucionaria saliera de la guerra.Sus críticos dicen que era «medio anarquista», que no se destacaba por ser una gran organizadora, pues no compartía el principio bolchevique del partido. Dicen que no simpatizaba con el centralismo (democrático) bolchevique y que luchó por una mayor tolerancia con los contrarios dentro del socialismo.Finalmente arguyen que Rosa entendía la revolución como producto de la insurrección de las masas y las huelgas prolongadas y no como resultado de una contienda electoral; sin embargo, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht vivirán para siempre en el corazón de los trabajadores del mundo entero.

NOTA: La pensadora y pacifista Rosa Luxemburgo fue asesinada después de la Primera Guerra Mundial por los FreiKorps liderados por el Cabo de Correo Adolfo Hitler.