TOMAS BORGE. PARADIGMA INABARCABLE

TOMÁS BORGE: PARADIGMA INABARCABLE
​​​“Comandante de la Revolución Sandinista y de la Poesía”
por Winston Orrillo

Conversar con él era como encontrarnos, en diálogo permanente, con la vida y la historia de su pueblo insurrecto, sandinista.

Generoso como los verdaderos revolucionarios, en las manos tenía el fusil y la pluma de un bardo genuino: porque su poesía, aún no conocida profundamente, no fue –de ningún modo- un “intento de”, sino un “llegar a”, y ese llegar fue la articulación de una obra como “Un grano de maíz” que, según palabras de otro prohombre de Nuestra América, Hugo Chávez Frías, fue su libro de cabecera en la cárcel”.

Implacable en su defensa de los derechos humanos, por ello, su enfrentamiento al genocida imperio yanqui fue permanente.

Defensor integérrimo de Cuba revolucionaria, hace recomendable leer, de inmediato, el libro mencionado: Un grano de maíz, que recoge sus conversaciones con Fidel Castro, hijo de José Martí, y arquitecto de la conformación del invicto y paradigmático Primer Territorio Libre en América.

Borge, miembro del triunfador Ejército Sandinista, que liberó a su patria de la escoria proyanqui allí afincada, fue Ministro del Interior del nuevo y revolucionario Régimen, y allí se cuentan dio forma a su generosidad de hombre nuevo, y como paradigma se relata el haber dado libertad a su bárbaro torturador el que no cabía en su asombro, porque ya se veía cadáver…

En el imprescindible diálogo con Fidel, en cuanto al neurálgico tema de los Derechos Humanos, éste le dice: “Si tienes en cuenta, por ejemplo, que en nuestro país no se encuentra un niño mendigo, un niño sin hogar, un niño abandonado por las calles –que no lo hay en nuestro país-y te encuentras que, en el resto del mundo, hasta en los países desarrollados, pero fundamentalmente en los países del Tercer Mundo, hay decenas y decenas de millones de niños abandonados, sin hogar, sin padres, sin apoyo alguno, pidiendo limosna por las calles, tragando fuego. Haciendo espectáculos para ganarse la vida –y esto es un cuadro generalizado- y que en Cuba no hay uno solo de esos niños, ¿habrá un país que haya hecho más por los derechos humanos que lo que hemos hecho nosotros?”

Avatares del destino hicieron que Tomás Borge Martínez llegara a la patria de los Incas, como Embajador: ya venía con su familia peruana, conformada, en primerísimo lugar por Marcela Pérez Silva, su esposa y por sus hijos peruanísimos.

Eso nos dio oportunidad para conocer, palpar, de muy cerca, su personalidad integérrima y su apoyo irrestricto a los que combatían por el cambio social (con la discreción que su protocolo de Embajador se lo permitía, por cierto).

Así, leímos sus libros y, en él, reconocimos la viva encarnación de un paradigma inabarcable.

El destino cree habérnoslo quitado, pero aquí mismo lo sentimos, al frente de un Perú que ineluctablemente está en proceso de cambio.
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