FANNY PALACIOS. LA REBELDÍA

FANNY PALACIOS. LA REBELDÍA

Por Gustavo Espinoza M.

Suele ocurrir que dos palabras resultan suficientes para describir una vida y una obra. En este caso, aludiremos a Fanny Palacios Izquierdo, la pintora peruana, quizá no muy conocida hoy; pero que tiene en su haber diversas exposiciones, muestras y talleres de pintura.

En verdad, que no se trata solo de una artista plástica de la que podría decirse mucho. Se trata de una mujer rebelde que asoma en el escenario nacional férreamente vinculada a la cultura y a las causas más sentidas de la población. En el caso, su actividad de vida, se suma a una conducta concreta, y a una activa labor que corresponde al compromiso libremente adquirido a partir de una cada vez más definida Conciencia de Clase.  

Desde una tribuna discreta –los “Amigos de Mariátegui”, cuya presidencia ejerce- Fanny desarrolla un constante trabajo orientado a promover la cultura y el pensamiento.

Cada martes en la Casa Museo del Amauta, escritores, poetas, artistas, cantantes y otros; intercambian impresiones, recitan poemas, presentan libros, entablan conversaciones en torno a temas de la cultura y el arte.  A su manera, buscan seguir, prolijamente, el derrotero del Amauta.

Las actividades de los Amigos de Mariátegui le proporcionan fulgor y vida a un Museo, levantado gracias al esfuerzo de muy pocos funcionarios, y sí de algunos intelectuales comprometidos con el legado del autor de “El Alma Matinal”.   Y es que, como se sabe, para Mariátegui el arte tiene que nutrirse de una savia, de una tradición y de una historia. Todo eso lo alimenta.

En el plano de la pintura, Fanny –meritoria autodidacta- recoge, la huella de otras grandes: Tilsa Tsuchiya, Julia Codesido, Carmen Sacco y Etna Velarde. Toma de cada una, tanto el sentido del arte como su compromiso social. De ese modo, conjuga en un solo haz la belleza de la pintura, con la consigna de lucha que fluye de su rebeldía. Ella, la anuda a otra grande: Frida Kahlo.

Es aún muy joven para que se pueda llamarla artista consumada. Está en camino de lograr su propia cima. Y pone empeño en la causa. Por eso, ya se puede afirmar que su espíritu indomable lucha por salir a la luz, por pintar los colores de su vida, sus anhelos de siempre, su esperanza forzada, y el rubor  de sus sueños.

Tiene ya en su haber muchas batallas. Sabe del dolor, y la paciencia; del alcance vigoroso de sus dedos; de la fértil llanura de su sombra; de la capacidad inmensa de su fuerza.  Por eso se puede asegurar que coraje y voluntad, anidan en su pecho. Su juventud, la ayuda

Una nueva muestra de su arte tendrá la posibilidad de expresarse el jueves 5 de marzo en la Sala de Exposiciones de la UNI, que acogerá su más reciente pincelada, bajo el sugestivo título de “Fuerza de Mujer”.

Uno de los cuadros de la muestra –“Ojos de lucha”- creado en homenaje al Chile Antifascista, sirve para alentar ese mensaje de rebeldía que se expresa en la solidaridad con el combate de los pueblos de América Latina; pero también en la más plena identificación con las más altas causas de nuestro propio pueblo.

Los niños afectados por la Leumoniosis, en La Oroya y Cerro de Pasco; los campesinos descalzos en los perdidos parajes de nuestra serranía; las mujeres, con sus polleras y Llicllas, en ferias costumbritas; asoman haciendo contraste con la compleja belleza del paisaje peruano y con las constantes movilizaciones de los pueblos marginados.

Los colores vivos, los trazos definidos, los rostros perfilados y el fondo del paisaje pueblerino, constituyen un todo de belleza y armonía. Bagua, Conga. Tia María, las Bambas; encuentran acogida en estos óleos.

Y es que la pintora no sólo recoge en sus obras la naturaleza viva, y muerta, que nos rodea; sino que, al mismo tiempo, enarbola banderas sentidas por millones.  Con sus pinceles, a la manera de Julio Ramón Ribeyro, Fanny Palacios muestra la activa imagen del mudo, que expresa su rebeldía y su voluntad de lucha.

Es alentador que en nuestro tiempo, asomen nuevas expresiones del arte y de la vida; que tomen forma las experiencias recogidas del pasado; y que se recree la más ardiente expectativa de hombres y mujeres olvidados que anhelan formar parte de la Nación Peruana.

Por eso, en la dinámica que fluye de la obra de los jóvenes  artistas, se reflejan legítimas inquietudes de orden ciudadano. La igualdad de género, la inclusión social, el valor real de las poblaciones originarias, el respeto a la dignidad; constituyen la carilla del arte peruano de nuestro tiempo.

Cuando la juventud toma en sus manos el arte –decía Mariátegui- debe dar un ejemplo de responsabilidad y alerta vigilante.

Citando a Gregorio Marañón, el Amauta lo rememora: “el joven debe ser indócil, duro, fuerte y tenaz. Debe serlo, y si no lo es, será indigno de su partida de bautismo. Juventud no es una palabra hueca, ni un tema de inspiración para los poetas líricos. Es una realidad orgánica, viva, palpitante, de contenido trascendental”.

Y la rebeldía, lo define todo. (fin)