PERÚ. LA REBELIÓN DE LOS JÓVENES

A 60 AÑOS DEL SURGIMIENTO DEL MIR EN EL PERÚ
1959 – 12 DE OCTUBRE – 2019

WALTER PALACIOS VINCES

En el estrado del amplio auditorio del Partido Aprista, ubicado en la céntrica aqavenida Alfonso Ugarte de Lima, se encontraban los viejos líderes de ese
partido encabezados por su Secretario General, Ramiro Prialé, quien
presidía el Plenario de la IV Convención Nacional del Apra. De esto hace 60
años. Fue el 12 de octubre de 1959.

Compartían la mesa directiva Luís Alberto Sánchez, Carlos Manuel Cox,
Luís Heysen, Andrés Townsend, Armando Villanueva y otros históricos
dirigentes quienes, entre sorprendidos y fastidiados trataban
apresuradamente de que se apruebe en el plenario, sin debate ni discusión,
un drástico acuerdo sancionando con la expulsión o suspensión partidaria a
cerca de treinta jóvenes delegados que se habían “atrevido” presentar por
escrito una bien fundamentada moción en la que analizaban la situación
nacional y criticaban la línea política del partido que apoyaba al gobierno
del Presidente Manuel Prado Ugarteche, representante de la rancia
oligarquía peruana.

El acuerdo se impuso a mano alzada, a carpetazo limpio, sin respetar los
más mínimos principios democráticos. Así fueron expulsados del Apra o
suspendidos de todos sus derechos partidarios: Luís de la Puente Uceda,
Carlos Malpica Silva Santisteban, Luís Olivera Balmaceda, Luís Iberico Más,
Gonzalo Fernández Gasco, Manuel Pita Díaz, Máximo Velezmoro, Enrique
Amaya Quintana, Walter Palacios Vinces, Luís Pizá Espinoza, entre otros.
Para justificar tan arbitrario proceder, que derivó en una crisis partidaria
interna, la dirección del Apra desplegó una intensa y bien orquestada
campaña de desprestigio contra los expulsados a quienes calificaba de
divisionistas, traidores, tránsfugas y Castro-comunistas (pocos meses antes
había triunfado la Revolución Cubana y el Apra se alineó con la derecha
pro-imperialista atacando la gesta heroica de los rebeldes comandados por
Fidel Castro).

Para afrontar y contrarrestar la campaña del Apra conviviente y realizar
actividades de esclarecimiento con las bases partidarias y la opinión
pública, los rebeldes, entre otras acciones, se organizaron políticamente,
adoptaron una denominación y editaron un periódico.
El primer número de su periódico, Voz Aprista, fue publicado el 29 de
octubre de 1959 (quince días después de las expulsiones). En él se
reprodujo íntegra la moción que fue presentada en la IV Convención
Nacional del 12 de octubre y que dio motivo a la crisis partidaria.

Reproducimos ahora el texto del Editorial de ese primer número para
conocer o recordar los planteamientos políticos que los rebeldes exponían
con claridad y vehemencia y su determinación de continuar organizados
luchando por la evolución peruana:

EDITORIAL
El 12 de Octubre de 1959, pasará a la historia del Aprismo y del Perú
como la fecha memorable de la traición más flagrante a la auténtica
militancia aprista, al pueblo peruano que esperanzadamente abrazó durante
30 años los ideales del partido, a los miles de mártires que con su sangre o
su dolor escribieron los anhelos de redención del pueblo peruano, y a los
principios revolucionarios que enarbolara en 1924 Víctor Raúl Haya de la
Torre.

Quedará también el recuerdo de quienes tuvieron la honestidad y la
entereza de sostener sus puntos de vista discrepantes en una asamblea
dirigida engañosamente donde todos los métodos se pusieron en práctica –
desde el ofrecimiento de dádivas y prebendas hasta el insulto, la grita y la
violencia- con el objeto de hacer retirar una moción de análisis de los
problemas nacionales y crítica de la línea partidaria.

Más de 30 dirigentes fueron expulsados y suspendidos por expresar en
la IV Convención Nacional Aprista su desacuerdo con una línea política que
constituye escarnio e irrisión de una de las más limpias y auténticas
trayectorias de sacrificio popular en todo el continente.
La Moción de los compañeros ahora calificados de disidentes,
divisionistas y traidores, no es más que expresión de consecuencia
ideológica, de lealtad con la mística popular y de honestidad política y
revolucionaria.

Los sentimientos más caros de las bases y las esencias mismas de la
doctrina del Partido, están contenidas en aquel documento que no se
discutió, que fue silenciado, que se condenó por adjetividades.
Una vez más se puso de manifiesto el temor de la Dirección no
renovada del Partido, a un debate abierto y democrático. Una vez más el
grito herido de la juventud y de las bases, como tantas otras veces, pretendió ser silenciado con el amedrentamiento, la infamia y la violencia, para terminar con la sanción disciplinaria fraguada entre Burós y Comités de
representación fantasma.

La intención del grupo aprista que fue expulsado y suspendido fue lo
de participar en un evento real y auténticamente democrático, discutir una
línea equivocada, criticar a una dirección que tergiversaba los acuerdos y
traicionaba los ideales para cuya defensa fue llevada a la más alta
representación partidaria. Teníamos todo el derecho de hacerlo; luchamos
dentro del Partido no sólo en las horas de bonanza y libertad, fuimos
soldados en la clandestinidad y en el destierro, en la prisión y en la
persecución; las bases apristas habían ungido a muchos de nosotros como
portavoces de su pensamiento, de sus aspiraciones y de su disconformidad
creciente. Contra esto, se respondió con la expulsión, llevando al público –
sin explicación alguna- una medida sórdida que hacía befa de los más
elementales principios jurídicos, democráticos, de fraternidad y
“convivencia” partidarias.

En esta situación no queda otro camino que el esclarecimiento público
de nuestra posición. Recurrir a las bases del partido, por medios
perfectamente utilizables en países civilizados y democráticos, para
determinar quiénes son los que traicionan al pueblo, quienes son los que
dividen al Partido, quiénes por error o conveniencia están sumiéndolo en el
desprestigio y la postración, quienes conculcan y trafican con los intereses
de las clases explotadas del Perú a través del Partido. El pueblo no ha de
equivocarse, las bases apristas menos aún, porque ellas sufren el drama de
la miseria, de la frustración y de la vergüenza de hablar a media voz, que la
“Convivencia” conlleva. Por ello recurrimos al pueblo aprista, y a él va
nuestro llamado, para que integre, apoye y se afirme en su lucha
revolucionaria a través de los Comités Apristas de Defensa de los Principios
Doctrinarios y de la Democracia Interna.

Retomamos las banderas olvidadas, escarnecidas o conculcadas del
Aprismo.Nuestra lucha es contra el imperialismo que explota y subyuga a
nuestros pueblos; es contra aquellos que llamándose antiimperialistas se
hacen cómplices de la entrega de las riquezas nacionales a los grandes
consorcios capitalistas extranjeros, con su silencio a su tímida y formal
oposición; contra aquellos que desprestigiando al Partido se ponen al
servicio de organizaciones financiadas por el imperialismo con el objeto de
corromper la conciencia revolucionaria de nuestras organizaciones
sindicales; contra aquellos que adoptando falsas posiciones anticomunistas
devienen en defensores de un sistema económico semi-feudal y colonialista,en contradicción con nuestras claras concepciones democráticas.Nuestra lucha es por la transformación de las estructuras feudales que ahogan nuestra economía; es contra aquellos que comprometen el vivo sentimiento anti-feudal del Aprismo y del pueblo peruano, apoyando aun régimen oligárquico que atropella, despoja y masacra a nuestros campesinos.
Nuestra lucha es contra aquellos propiciadores y defensores de una
línea política que desprestigia y debilita al Partido, convirtiéndose en
cómplices del imperialismo y la oligarquía que tratan de destruir al más
grande instrumento de liberación económica de nuestros pueblos, que es la
ALIANZA POPULAR REVOLUCIONARIA AMERICANA.
Nuestra lucha, por ende, está enraizada en las más puras tradiciones
del Aprismo, que tan virilmente encarnan los mártires de Chan-Chan,
Huaraz, Manuel Arévalo, Luis Negreiros y tantos otros que ofrendaron su
vida por un Perú digno, libre y justo.


Hacemos, pues, un llamado a todos los compañeros del Partido para
que luchen codo a codo con nosotros en esta magna tarea de reafirmación y desarrollo de nuestros principios revolucionarios, mediante la rectificación
de una línea que perjudica los intereses populares, la democratización de la
vida partidaria y la reorganización de los cuadros directivos, a través de un
Congreso representativo que exprese el auténtico pensamiento de las bases populares, cuyos intereses y no otros debemos defender como imperativo histórico.

Así se dio inicio al surgimiento de una nueva organización política de
izquierda que -dentro de la situación económica y social que se daba en
esa época tanto a nivel nacional como internacional- se desarrolló y
evolucionó aceleradamente, en los aspectos ideológicos, políticos y
orgánicos, hasta tomar la denominación de MIR (Movimiento de Izquierda
Revolucionaria) organización que llegó a participar en 1965 en la lucha
armada en el Perú al igual que otros revolucionarios de otras
organizaciones guerrilleras.

El propio Luís de la Puente Uceda, Secretario General del MIR, resume este
proceso histórico de su organización política en la presentación del libro
Guerra a muerte al latifundio en el que Carlos Malpica publica el proyecto
de Ley de Reforma Agraria del MIR. De la Puente dice:

El 12 se octubre de 1959 aparece en la vida política nacional un
Comité Aprista de Defensa de los Principios Doctrinarios y la
Democracia Interna, el mismo que en mayo de 1960 pasó a constituir
el Apra Rebelde para tomar el nombre de Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR) en junio de 1962 .

Al cumplirse en la fecha 60 años de ese histórico acontecimiento rendimos
sentido homenaje a los compañeros protagonistas de esas luchas que son
parte de la historia de nuestro pueblo.


Lima, 12 de octubre de 2019